Historias que nos dejó la pandemia: Crónicas de los locales externos a de “U”

Por: Isabela EscobarSaray González Toro   y Mariana López G

Un viernes 13 de marzo del 2020, saliendo de las aulas universitarias, nos despedimos por última vez del agradable señor que nos decía «feliz día, príncipes y princesas», de las ruidosas tardes musicales que nos brindaban desde «Aula 69» y de las demás personas que rodeaban la universidad. No fuimos conscientes de que nos esperaban dos años de encierro. Durante este tiempo, los vendedores y locales externos atravesarían una difícil crisis económica, pues su público principal eran aquellos estudiantes, esos que ya no estaban.

Ramiro de Jesús Daza: Un amigoniano de corazón

Este hombre se ha convertido en un personaje para la comunidad amigoniana, pues siempre está dispuesto a contagiar de positivismo y buena energía con sus saludos y despedidas a las personas que lo rodean. Ramiro trabajaba al lado de la Clínica Soma; sin embargo, en ese tiempo, empezaron a arreglar los andenes desde el sector del Coltejer hasta la Placita de Flores, así que le tocó trasladarse para donde está actualmente, y ya allí, lleva más de 6 años.

Durante la pandemia le tocó muy duro, ya que no habían muchas personas que le colaboraran, teniendo en cuenta que, él vive y paga renta de lo que vende en su carrito; le tocó reducir su alimentación, aguantó hambre.  No estuvo en esos dos años de pandemia, se quedaba en su casa, prefería estar en ella, a estar expuesto a contagiarse, o a que lo robaran, pues por esos lados todo estaba muy solo, aparte de eso, le toca pagar $20.000 el alquiler en la pieza donde guarda su carrito.

Ramiro de Jesús Daza Gómez

Ramiro de Jesús Daza Gómez, es un vendedor ambulante que con mucho amor y disciplina se levanta todas las mañanas a vender dulces cerca de la Universidad Católica Luis Amigó. «Hola príncipes, hola princesas» así, con mensajes de motivación que sacan una sonrisa a los estudiantes de la U, Ramiro de Jesús, nuestro «amigoniano» cercano, se ha vuelto importante en el recorrido hacia la Universidad y se ha ganado un espacio en nuestro corazón.

Agradecimiento amigoniano

A muchos estudiantes les ha causado una gran emoción al ver a don Ramiro vendiendo dulces en su carrito, pues con sus saludos emotivos y positivos llena los corazones de muchas personas que hacen parte de la Universidad.

Durante la pandemia, el negocio de Arepa Litas, estaba tan solo en sus inicios, ahora dos años después de su apertura la joven emprendedora amigoniana nos muestra con orgullo el patrimonio que ha construido y que ahora se ha convertido en punto central para los estudiantes y administrativos del sector que desean gozar de la buena comida.

Una historia más patrocinada por el covid-19

22 años, un negocio exitoso y un estudio universitario que está a menos de dos años de ser completado. Esta es la historia de Alejandra Moreno, una amigoniana que decidió empezar un negocio de alitas, meses antes de la cuarentena, después de dos años pasó de tener un local pequeño en el sector de Moravia a un local en un sector estratégico: Al frente de la Universidad Luis Amigó. 

La pandemia, y una estafa que sufrió su madre, significó para Alejandra el inicio de su negocio, que se sostuvo gracias a que en el barrio se popularizaron los combos con alitas que ellos vendían, los domicilios y por ende su negocio se disparó.

Ahora, no solo venden alitas tras su traslado al sector universitario, decidieron ampliar su catálogo, y ahora desayunos y almuerzos ejecutivos hacen parte de su menú diario.

Estilizando sueños: Más negocios cerrados durante pandemia

«Desde los 14 años me escapaba para el SENA a hacer cursos de lo que me gustaba, que era la peluquería», así lo cuenta Nidia Martínez, dueña de la peluquería «Jhosení» que está ubicada en el barrio hace  20 años.  

Al entrar a la peluquería nos encontramos con un lugar amplio, donde no había ningún cliente; quizá porque ya estaban a punto de cerrar, pero había tres personas muy agradables, entre estas la dueña del local: Nidia Martínez, una mujer de 65 años oriunda de la ciudad de Barranquilla, quien lleva ejerciendo como estilista hace 40 años

 y decidió emigrar de su ciudad natal en busca de mejores oportunidades que encontró al abrir el local que hoy está ubicado a los alrededores de la Universidad y que a pesar de que los estudiantes y funcionarios no son su principal clientela, ha encontrado en este sector un lugar seguro para ejercer su profesión.