Los hijos de la guerra
12 de noviembre de 2024
Por: Gerandine Cortez y Carolina Vélez
El conflicto armado en Colombia, una larga historia de violencia y lucha, inició a razón de las desigualdades económicas y sociales, un factor que dificulta una solución, aún más con la poca participación democrática que ha generado rencor en varios grupos sociales, a partir de esto se han justificado con la violencia para obtener sus beneficios propios alcanzando así objetivos políticos y sociales.
Además, el surgimiento de nuevos grupos ha alimentado la violencia en Colombia, atentando contra los derechos humanos y creando una pérdida de control por parte del Estado a la hora de enfrentarlos; provocando así que muchas familias sean desplazadas y despojadas de sus tierras debido a las amenazas; es decir, ocasionando una crisis humanitaria, donde las personas solo buscan protección.
En este nuevo contexto y con la larga historia por la lucha ante la violencia, Colombia se enfrenta a un renacer y un cambio, tratando de dejar atrás tanto sufrimiento por medio del “Tratado de paz” lo que representaría una reconciliación y equilibrio, donde se busca que las víctimas sean reparadas y puedan vivir de una manera más justa y pacífica.
Colombia, la memoria de un país marcado por las constantes guerras y conflictos en manos de numerosos grupos armados, múltiples familias que lamentan la ausencia de familiares, amigos; y un sinfín de corazones que han sido manchados por una capa de sangre y sufrimiento, comunidades que han sido forzadas a abandonar sus raíces y obligadas a huir para poder sobrevivir.
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Se teje una gran cicatriz social donde muchos jóvenes cargan con historias difíciles, en la cual nos encontramos con familias humildes, familias incompletas, enfrentándose a un futuro incierto y doloroso; obligados a construir una vida llena de vacíos y grandes pérdidas que afectan generaciones.
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Trujillo, Valle del Cauca
El 14 de septiembre del 2004, cuando Eri tenía 9 años, fue víctima de la violencia en Colombia, debido al asesinato de su tío, un noble campesino que trabajaba como conductor y patero en una finca, ubicada en Trujillo Valle del Cauca, una zona de la cordillera oriental lleno de muchas zonas montañosas y hermosos paisajes, a pesar de tener zonas verdes deslumbrantes, la violencia a primado en este sector llevando consigo historias impactantes.
“Ese día, siendo las 5 o 6 de la tarde, unos encapuchados con fusiles atentaron contra la vida de mi tío y su acompañante Wálter, quien era el administrador de la finca y concejal. Este hecho ocurrió mientras ellos se encontraban realizando la recolección de café en los pesaderos en la cual utilizaban una volqueta para cargar el café.
Aún se desconocen los hechos de este atroz atentado, los motivos no son claros y las personas involucradas nunca aparecieron, ese día todo se tornó gris, la felicidad de mi familia se esfumó, mi corazón se entristeció y a pesar de mi poca edad, comprendí que una parte de mí ya no estaba, el oír y sentir el dolor, el llanto de mi familia es un sentimiento que no podría describir y jamás podría olvidar, el día del velorio todo el pueblo se sentía muy tenso, la energía estaba muy pesada, incluso recuerdo que hubo un corte de energía.
Además, en mi mente aún hay imágenes de personas sospechosas que andaban y vigilaban a las afueras de la finca, con un aspecto oscuro y encapuchados, y se movilizaban por el sector en camionetas, debido a este suceso hubo muchas especulaciones, pero al final del día nada de eso traía de vuelta a mi tío.
Lo recuerdo como un hombre trabajador, nunca tenía tiempo para hacer cosas diferentes que no fueran trabajar, en varias ocasiones no tenía ni tiempo para dedicarme, a pesar de eso los medios pretendieron distorsionar la información y dañar el prestigio de mi tío como si él hubiese sido un parte de un grupo ilegal.”
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Medellín, Antioquia
“Juan” creció con un padre ausente debido a su profesión como militar, él describe que vivió etapas muy fuertes debido al conflicto armado, desde que era apenas un bebé, hasta sus 15 años de edad tuvo que soportar una presión para la cual no se sentía preparado, donde tuvo que adaptarse a diferentes ambientes como lo eran batallones.
Creció escuchando conversaciones que no “debía escuchar” y comprendió que la guerra tiene más de una versión y más de un color. Donde la guerra fue un paisaje en su vida, lleno de zozobra y días inciertos, cuando por derecho debía ser feliz y tener una niñez sana con una perspectiva de vida diferente.
Alrededor de sus 8 años, su papá no volvió más a casa, ellos tenían que ir a visitarlo a una base militar ubicada en la ciudad de Medellín, donde se encontraba retenido. Como todo niño lleno de dudas, en varias ocasiones se preguntaba qué era lo que sucedía en su entorno, hasta que un día preguntó “¿qué es estar retenido?” La explicación que le dieron en su casa fue que ahora su papá trabajaba en la base y que por eso no podía salir. Todo esto sucedió cuando apenas cursaba noveno grado.
Inocentemente se puso en busca de unos papeles que necesitaba y por casualidad encontró unos documentos de juzgados, donde se vinculaba a su papá con casos de falsos positivos, y que gracias a esas razones su papá llevaba varios años en una prisión militar, por esta razón comprendió las verdaderas causas de su ausencia.
Luego de pasar 8 años en prisión, su papá salió libre gracias a la JEP, ahora se dedica a la marroquinería e intenta dejar su pasado de guerra atrás y construir una nueva vida, alejado de los conflictos y cualquier situación semejante, tratando de recuperar años que perdió por errores que le causaron una separación inesperada con su familia.
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Barbacoas, Nariño
Erika sufrió, padeció los horrores y el sufrimiento que provocó la violencia en mi vida. Todo sucedió cuando apenas tenía entre 5 a 8 años de edad, mi padre decidió emprender un nuevo viaje en donde viviríamos de la siembra de coca.
Como aún era una niña no comprendía este mundo, que para mi sería un nuevo hogar, con muchas oportunidades para mi familia, ya que al entorno al que yo estaba acostumbrada era totalmente diferente y para mi este cambio significó un giro total, ya que este era y es un pueblo violento, dominado por diferentes grupos armados donde cometen homicidios y tienen los índices de desplazamiento más altos en todo el país.
Pasaron algunos años y por cuestiones de estudio, ya que allá las posibilidades de ir a un colegio eran nulas, me enviaron a Manizales a vivir con mis abuelos, alejada de mis padres durante un año donde no pude evitar sentir tristeza, pero aún así con ganas de salir adelante y formarme como persona.
Al año siguiente luego de considerar a la “guerrilla” como héroes, tornaron mi vida triste, a cambio de las risas comencé a sentir temor, porque casi matan a mi padre solo por querer saber qué había sucedido con el cuerpo de su amigo, quien había sido asesinado por esos mismos individuos, debido a esto mi padre tuvo que huir, una situación devastadora, ya que mi madre se encontraba en gestación y fuimos forzados a ser desplazados de nuestro hogar, dejando allá ilusiones y sueños materializados, solamente para poder sobrevivir.
Mi realidad cambió, ya que para mí ellos eran diferentes, pues en el entorno en el que viví así lo experimenté y lo sentí, comencé a comprender muchas cosas en mi vida hasta el punto de entender que todas las personas viven realidades distintas.
Del otro lado
En nuestra sociedad se viven múltiples realidades, su nombre que por cuestiones de seguridad no lo mencionaré, relata algunas situaciones y momentos que también sufrió debido al conflicto armado, tiempos llenos de incertidumbre donde perteneció al Ejército Nacional de Colombia, recuerda haber sido víctima de varios ataques debido a cumplir con su deber.
Durante sus años como militar conoció historias de familias que fueron desplazadas, muchas de ellas inocentes tuvieron que migrar a otras partes, donde estos grupos arrebataron sin piedad a sus familiares y sus tierras, también narra cómo se sentían secuestrados dentro de su propio país, al punto de que no se podía transitar con tranquilidad por las vías porque en cualquier momento podían morir en manos de estos grupos armados.
Debido a su experiencia considera que la paz es buena, pero aún así se siente inconforme con los acuerdos que han hecho con estos grupos ya que aún no se han ayudado a las víctimas y en la mayoría de los casos, sus familiares aún se encuentran desaparecidos.
Como jóvenes y víctimas sentimos que se tienen que cambiar algunas ideologías, considerando que la reconciliación no nace de campañas bonitas donde solo nos pidan olvidar nuestro dolor, donde sentimos que la guerra nos debe mucho, aún seguimos creciendo viendo cómo las guerras continúan dañando a más niños y jóvenes como somos nosotros.
Pero que aún así aspiramos a un mejor futuro, un lugar donde podamos convivir en sociedad sin temor, una Colombia llena de paz donde nuestros niños y jóvenes puedan crecer con mejores oportunidades, donde podamos continuar, podamos vivir y no solo sobrevivir.