Por: Juan Pablo Alzate y Charles Montoya
Durante la pandemia, uno de los más grandes afectados por esta situación global del COVID – 19 fue la economía, la CEPAL estimó en julio del 2020, que 2.7 millones de empresas podían cerrar, en su mayoría pequeñas y medianas, también enunciaron las dificultades que padecieron muchas personas durante esta contingencia.
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Así lo evidenciamos en las dinámicas de la sociedad, durante un lapso de 2 años la forma de relacionarlos y movernos fue diferente y todavía lo es. Por todo lo ocurrido, las universidades cerraron sus puertas, llevando todas sus actividades a la virtualidad, esto hizo que sitios como papelerías y cafeterías que se hallaban en el interior de estas se vieran obligadas a adaptarse a los nuevos métodos que ocasionó la contingencia hasta que se llegó el momento de cerrar.
Los establecimientos de la Universidad Católica Luis Amigó se dieron a la búsqueda de cómo subsistir y maniobrar durante la pandemia. Algunos de ellos como “La frutera”, ubicado entre los bloques 5 y 6 de la universidad, y la Papelería Lápiz y Papel en el bloque 1, también se vieron obligados a cerrar abruptamente adhiriéndose a las medidas de bioseguridad sugeridas por el gobierno nacional.
Mauricio Ospina Ocampo, empleado de la cafetería “La frutera”, nos cuenta su experiencia y las dificultades que se le presentaron a raíz de la pandemia. “Apenas cerró la Universidad y por ende la cafetería, tocaba salir adelante. Yo en mi caso me puse a estudiar, hice una tecnología y aprovechando que tenia un medio de transporte como lo es la moto, me puse a hacer domicilios y gracias a esto me pude sostener.”
Él como muchos otros empleados de la Universidad, incursionaron en nuevos proyectos y en nuevas actividades para afrontar de la mejor manera estos momentos difíciles.
Kelly Ospina de Papel y Lápiz, relata la experiencia que vivieron ella y su esposo ante el cierre de la papelería.
La universidad por su parte propuso una variedad de actividades donde se promovió la salud mental y la sana convivencia en casa, para así aprender a convivir de alguna manera con este virus.
También mantuvo informados a todo el personal y a todos los estudiantes sobre los respectivos procesos durante la contingencia y el posterior regreso a clases.
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Por otro lado, los cambios propuestos para el nuevo espacio del campus de la Universidad se aceleraron durante el prolongado receso, la construcción de tres bloques para los estudiantes, en un amplio campus con modernas instalaciones se hicieron realidad en el momento de reanudar las clases, en 2022.
Al abrir sus puertas nuevamente y al aceptar las nuevas medidas tomadas por el gobierno nacional, los establecimientos volvieron a retomar su cotidianidad. Cabe anotar que durante la pandemia, la universidad tomó algunas decisiones para beneficiar a estos locales, como no cobrar renta hasta la apertura total de ella, y así darles un alivio económico a los dueños de los diferentes negocios.
Los comerciantes de la universidad trabajan arduamente por volver a servir y brindar la mejor atención a todos los estudiantes con el deseo de que todo vuelva a la normalidad. “La palabra de la pandemia para mí fue reinventarme”, así lo expresó la propietaria de la papelería “Donde María”, quien agregó que esta contingencia fue un gran reto y que esta experiencia vivida “se la logró gozar”.
Actualmente, se han tomado decisiones de cara a la economía interna, como el no cobrar el arrendamiento durante un mes, en el que la universidad pagó el costo total de los servicios de estos establecimientos.