“Quiero morirme haciendo música”: Alberto Correa

Por: María Isabel Osorio López

De abundante barba y escaso cabello es Alberto Correa Cadavid, un hombre de 74 años de edad, de los cuales 64 ha dedicado fervientemente a la interpretación musical. Al maestro Correa se le atribuye la fundación del Estudio Polifónico y de la Orquesta Filarmónica de Medellín.


De lunes a jueves, a eso de las 5:30 de la tarde, se puede encontrar al maestro Alberto Correa Cadavid en la cafetería de la Cámara de Comercio o en la mesa de la Nasa, como suele  llamar a este espacio.  Allí se reúne con varios integrantes del Estudio Polifónico de Medellín a conversar sobre distintas  temáticas, todos a la espera de que el reloj marque las 6:30, para dar inicio al ensayo.

Alberto Correa comenzó su actividad musical con la coral Tomas Luis de Victoria de Medellín. Con ella realizó su primer concierto. Posteriormente realizó estudios en la Escuela de Dirección de Orquesta y Banda Francisco Navarro Lara en Huelva, España y finalmente, obtuvo un reconocimiento especial en la Royal School of Music de Londres.

Pero el maestro Correa no sólo es músico. Su padre lo habría impulsado a estudiar algo diferente a la música. Por ello es Médico Cirujano de la Universidad de Antioquia. Estos estudios lo han llevado a desarrollar diversos aportes en torno al uso de la música con fines psicoterapéuticos y con ello a fundar La Sociedad Colombiana de Musicoterapia.

Dice Correa que a las 3:00 de la mañana comienza labores. De esta forma  logra cumplir con todas sus obligaciones y de no ser así, no hubiera podido fundar al Estudio Polifónico de Medellín en 1966 y a la Orquesta Filarmónica de Medellín  en 1983.

Estas dos instituciones son sus mayores obras; el Estudio Polifónico es el padre y la génesis de la Orquesta Filarmónica de Medellín. Con ellos y otras orquestas del país, ha dirigido  más de 2.900 conciertos y entre sus obras más representativas se encuentran la Misa en Sí menor de J.S Bach, la Novena Sinfonía, La Misa Solemnis en Do, el Réquiem de Cherubini, El Mesías de Handel, entre otros.

Al maestro Alberto Correa también le apasiona la filosofía. Por esta razón relata que su gran maestro es el escritor antioqueño Fernando González, con quien tuvo un profundo acercamiento debido a que su tío, Benjamín Correa viajaba constantemente con González.

Entonces Correa encontró en las enseñanzas de González “la razón de todo” y destaca una principalmente: “Si quieres hacer algo en tu vida que valga la pena sigue esta regla de oro: primero, saber exactamente lo que se quiere; segundo, desearlo y amarlo con todas las fuerzas de la vida y tercero, sufrir las consecuencias”, principio que ha conducido su vida hasta el momento.

Unas son de cal y otras son de arena

La formación académica es una de las pasiones que tiene el maestro Correa. Actualmente se encuentra culminando su Maestría en Humanidades y para su tesis de grado está realizando una investigación acerca de la música sagrada y cómo esta se convierte en un medio místico de aproximación a Dios. De esta forma, Correa no termina de estudiar y a sus 74 años piensa en realizar un Doctorado.

En cuanto a la música, el maestro Correa ya no dirige a su hijo menor, la Filarmónica de Medellín, porque la junta directiva decidió “prescindir de sus servicios y darle paso a nuevos talentos”. Sin embargo, su obra musical no termina ahí.

En 2013 con su salida definitiva de la Orquesta Filarmónica de Medellín, Correa resuelve independizarse en compañía del Estudio Polifónico, que en 2016 cumplió 50 años de vida musical. Con ellos, desea continuar haciendo música sinfónica y coral hasta el final de sus días.

Un verdadero Mesías

El maestro Alberto Correa es un hombre que le ha aportado a la historia musical antioqueña, tanto es así que en el 2013, El Ministerio de Cultura le otorgó el Premio Vida y Obra.

Pero Correa no solo se destaca por su obra musical, sino también por su calidad humana. Basta llegar a un ensayo del  Coro para percibir el amor y respeto que los coristas tienen por el maestro. María Paulina Osorio, una de las integrantes, describe al maestro como “una persona maravillosa, con una inteligencia fuera de este mundo. Dedicado, arriesgado, enamorado de su vida como músico, amoroso y paciente”.

Después de un concierto también se puede observar cómo los asistentes le manifiestan al maestro su admiración. Un 8 de diciembre, después de haber dirigido el Mesias de Handel, una persona se le acercó al maestro Correa y  le dijo que con su música le había salvado la existencia. Al parecer, el sujeto iba a terminar con su vida. Él no rebela la identidad de la persona, pero se siente feliz de que a través de la música pueda sanar algunas almas.

 La vitalidad caracteriza a este director de orquesta y aunque su cuerpo se nota fatigado, continúa haciendo música con la misma pasión de hace 64 años. Para Alberto Correa Cadavid una muerte bella sería haciendo música sobre el pódium y sobre su atril, “Quiero morirme haciendo música, porque la música es Dios”, concluye el maestro.