Silencio, se busca: la lucha contra el ruido excesivo en Medellín

Silencio, se busca: la lucha contra el ruido excesivo en Medellín

26 de agosto de 2024

La otrora tranquila ciudad de Medellín se enfrenta a un problema cada vez más acuciante: la contaminación por ruido. El crecimiento urbano desmedido, el aumento del tráfico vehicular y la proliferación de actividades comerciales han convertido a Medellín en una ciudad ruidosa, con graves consecuencias para la salud y el bienestar de sus habitantes. ¿Existe en este saturado campo de ruido un espacio para la tranquilidad y la convivencia con el silencio?

El ruido planteado desde la voz de algunos ciudadanos encuestados es un deterioro a la salud y la calidad de vida cuando se está expuesto de manera continua. Habitantes de Ciudad del Río y cerca de la Clínica de las Vegas nos han dejado en manifiesto que es uno de los principales promotores de afectaciones al bienestar, a la concentración, al sueño, que se ha intensificado a partir del año 2022, justo después de la pandemia.

“Hay fábricas generando alto ruido de maquinaria, motores, turbinas, fuelles, rotondas, en la zona de Cristo Rey. Yo estoy en Santa María de los Ángeles, para el lado de La Aguacatala. Se escucha especialmente en los pisos altos. A mayor altura empeora. Hay momentos dramáticos. No permite dormir. Anula la capacidad de trabajar en casa”.

Habitante del sector La Aguacatala, Medellín.

Ruido industrial

Tras el confinamiento la ciudad despertó con un nuevo ritmo, uno marcado por el rugido incansable de motores, el chillido de turbinas y el tronar de maquinaria pesada. Un sonido que, lejos de tener horarios o días de descanso, está presente de múltiples formas y se ha convertido en la banda sonora permanente de Medellín.

Si bien la maquinaria industrial aporta su propio tono a la melodía urbana, es el parque automotor el que lleva la batuta como el principal generador de ruido en la ciudad. Medellín, tristemente reconocida como una de las ciudades más ruidosas de Colombia, por el Representante a la Cámara, Daniel Carvalho, se ve envuelta en una nube de decibeles generada por miles de vehículos que circulan por las calles a todas horas del día.

Ruido cultural

Una ciudad como esta… que se jacta de su vibrante vida nocturna y su cultura fiestera. Esta situación, si bien forma parte del carácter alegre y fiestero de los paisas, no debe ser tomada a la ligera.

La cultura antioqueña, con su arraigada tradición de celebrar y compartir en espacios públicos, se enfrenta a un desafío: conciliar su espíritu fiestero con el derecho a la salud y la tranquilidad. Porque el ruido excesivo, más allá de ser una simple molestia, representa un problema de salud pública caracterizado por una serie de factores como la deficiente construcción de viviendas, la priorización del ruido por parte de las autoridades y la falta de conciencia social. ‘’Estamos construyendo casas que son pegadas unas de otras con deficientes materiales aislantes de ruido exterior” complementa Daniel Molina, Ingeniero de Sonido.

El ruido es un problema

De ser una tradición, la algarabía en la capital antioqueña ha pasado a convertirse en un innegable malestar para los habitantes. De esta forma, precisamente, caracterizó al ruido el periodista Juan Alcaraz a través de un post expresando su inconformidad frente a las situaciones vividas el pasado 13 de mayo, donde un hombre en el barrio Santa Cruz fue agredido por mostrar su inconformidad frente al ruido emitido por sus vecinos.

Un factor adicional que complica la situación es el temor que sienten muchos ciudadanos a denunciar por miedo a represalias por parte de los infractores. Esta situación genera un clima de silencio e impunidad que perpetúa el problema.

¿Cómo combatir el ruido?

Se comprende el miedo instaurado en el colectivo cuando nos enteramos de las implicaciones por enfrentarse al ruido excesivo en la ciudad. Y es que, si bien el Código Nacional de Policía y Convivencia (Ley 1801 de 2016) establece límites claros para la emisión de ruido, en la práctica, su control se convierte en una batalla diaria para las autoridades y la ciudadanía.

La ley colombiana establece que el ruido diurno permitido es de 65 decibeles (dB) entre las 6:00 a.m. y las 10:00 p.m., mientras que en la noche, este límite se reduce a 45 dB entre las 10:00 p.m. y las 6:00 a.m.

Al encontrarse en una situación de ruido que supere los límites establecidos, puede presentar una denuncia ante la Policía Nacional o la Inspección de Policía. La autoridad competente verificará la situación y, si se comprueba la infracción, aplicará las medidas correctivas correspondientes, que pueden ir desde amonestaciones verbales o escritas hasta la incautación de equipos que generen ruido, multas, suspensión temporal de la actividad e incluso el cierre temporal del establecimiento infractor.

Sin embargo, la realidad es que el ruido no siempre se resuelve con denuncias. En muchos casos, estas medidas no son suficientes para disuadir a los infractores, quienes reinciden y propagan sus malos comportamientos por la ciudad una vez que la patrulla policial se retira. Esto genera impotencia y frustración en la ciudadanía, que se ve obligada a convivir con niveles de ruido que afectan su salud física y mental, expresa Omar Flórez, integrante del cuerpo de Policía del Área Metropolitana.

Las zonas más afectadas

A partir del año 2017, se presenta la iniciativa, por parte del Área Metropolitana del Valle de Aburrá y otras entidades sensibilizadas con la contaminación auditiva, de medir y graficar las zonas más ruidosas de la ciudad, donde aparecen herramientas como los mapas de ruido, como se muestra a continuación:

Decibeles de sonido y sectores que presentan índices de contaminación auditiva. Créditos: EcoAcústika

La última actualización de mapas de ruido (2023) en Medellín trae consigo unos datos desconcertantes y, sobre todo, alarmantes para la integridad de los habitantes de las siguientes zonas señaladas porcentualmente:

‘‘Entre las zonas de Medellín que más sufren por el ruido excesivo se encuentran Manrique la 76, Castilla la 68, El barrio París, Bello, Blanquizal, La 70, La 33 y el Parque Lleras. En estas áreas, el ruido vehicular y la música a alto volumen de establecimientos comerciales se convierten en una constante que perturba la tranquilidad de los residentes’’.

Afirma Flórez.

Debido al alcance de la problemática en la ciudad, es necesario recurrir a órganos competentes y de mayor alcance que no individualizan los casos de intolerancia al ruido. Por esta razón, entidades como el Área Metropolitana del Valle de Aburrá y Secretaría de Salud generan diversas soluciones que ayudan a gestionar, disminuir y evaluar la mitigación del ruido y la promoción del silencio. 

Un suspiro de silencio

Medellín, caracterizada como una ciudad ruidosa también alberga personalidades que se ven en la necesidad de buscar estrategias para construir silencio. Juan David Meza Parra es un guía espiritual hace 5 años que participa en eventos conscientes, lugares destinados a la meditación, la introspección a través de la respiración y expiación con música de hondas. 

Meza Parra también enfatiza la importancia de proyectar el silencio interior hacia el exterior debido a los excesivos niveles de aturdimiento que hay en el ambiente. “Cuando estamos en paz con nosotros mismos, somos más amables, compasivos y pacientes con los demás”, dijo. “Esto puede contribuir a mejorar la convivencia en nuestra comunidad“. 

Debido a que el ejercicio del silencio también implica en un proceso reflexivo de pensar en el otro, para así no perjudicar su integridad.

De la mano, voz en voz

La ciudad enfrenta el desafío de encontrar un equilibrio entre el ruido y el silencio. Si bien el bullicio y la vibrante vida urbana son parte del encanto de la ciudad, un exceso de ruido puede tener un impacto negativo en la salud física y mental de sus habitantes.

Sin embargo, es importante reconocer que el ruido no es intrínsecamente negativo. Los sonidos de la ciudad, como la música, el tráfico y las conversaciones, pueden aportar vitalidad y energía a nuestro entorno. El desafío radica en encontrar un equilibrio entre estos dos elementos, creando espacios donde el ruido y el silencio puedan convivir en armonía.

Solo a través del trabajo conjunto de las autoridades, la ciudadanía y los sectores involucrados se podrá lograr una Medellín más silenciosa, donde el equilibrio entre la alegría y la salud sea una realidad. Es hora de que Medellín se escuche a sí misma y se silencie para poder abrazar su integridad y bienestar.

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