De la trova al rap: Medellín se cuenta en verso y ritmo

De la trova al rap: Medellín se cuenta en verso y ritmo

Medellín cumple 350 años de historia oficial, en el que la ciudad ha encontrado en la música una forma de narrarse. Desde la trova campesina que llenó fondas y festivales, hasta el rap urbano que hoy resuena en Aranjuez, San Javier, y otros barrios de Medellín.

8 octubre, 2025

Por: Samantha Hernández, María Fernanda Jaramillo, Valeria Hurtado y Valeria Pulido

En 350 años, se ha visto cómo la música ha cambiado a la par que la ciudad, sirviendo como un reflejo de su historia y sus transformaciones. Este viaje musical va desde la trova campesina que llegó en el siglo XX hasta el rap y el trap, que actualmente expresan la vida de los barrios, es el reflejo de toda una sociedad tradicional transformada en la tendencia actual, sin descuidar u olvidar la esencia que caracteriza la identidad patrimonial.

Nacida en el Eje cafetero, la trova era una tradición oral, íntima y familiar, caracterizada por su humor e improvisación. Sin embargo, con la migración de personas del campo a la ciudad durante el siglo XX, Medellín la adoptó y la convirtió en un espectáculo masivo, pero sin perder su esencia y tradición el cual según indica Santiago Ángel, trovador, cantante y repentista es “improvisar y contar experiencias vividas”, en el que inició en como los arrieros antioqueños se expresaban cuando descansaban en sus trayectos viajeros “es una construcción poética que se le añade música” concluye Santiago.

Santiago Ángel trovador, cantante y repentista

Según Felipe León jurado del Festival Nacional de la Trova, la ciudad fue clave para que esta práctica pasara de ser algo privado a un evento público, impulsado por festivales que comenzaron en los años 70. La trova sigue siendo hoy un símbolo cultural de la región, con gran protagonismo en evento os como la Feria de las Flores, festivales, fiestas del libro y lugares de incidencia en el que actualmente “se ve una trova más técnica y no tan empírica” según indica James Álzate rey nacional de la trova en 2023.

Actualmente, la trova antioqueña enfrenta un gran reto dentro de la industria musical. Aunque continúa viva en la ciudad, su presencia suele limitarse a eventos anuales como la Feria de las Flores, el Festival Nacional de la Trova Ciudad de Medellín o los encuentros culturales de los barrios.

Esta situación ha generado cierta tensión dentro del género, en medio de la amplia diversidad de manifestaciones musicales que hoy caracterizan a la llamada ciudad de la eterna primavera. Aun así, Medellín conserva espacios dedicados a mantener viva esta tradición, como la Escuela de Trova de la Casa de la Cultura de San Javier, la Escuela
de Trova de la Secretaría de Cultura Ciudadana, y talleres formativos en diferentes comunas que promueven la improvisación y el repentismo de las nuevas generaciones. “Creo que la trova tiene una voz que todavía conserva vigencia; sin embargo, es evidente que hoy existen manifestaciones populares y urbanas más cercanas a los
jóvenes”, señala León, destacando el desafío que enfrenta este símbolo cultural frente a los nuevos ritmos de la ciudad.

Pero actualmente la ciudad cuenta con un referente e influencer que une los gustos juveniles, llamado Carlos Mario Restrepo Tobón o reconocido por su apodo “loquillo”, el cual es un humorista y trovador reconocido en Medellín, que se incorporó en el frestyle, contrapunteo llanero y vallenata, en el que los jóvenes conocen el género debido a su integración “hay que seguir haciendo esas conexiones he intercambios de ritmos, que nutren y potencian la cultura” indica loquillo el Trovador.

El rap, la voz de la juventud

Si bien en 350 años de historia de la música en Medellín se podrán encontrar muchos contrastes, también se hace muy evidente la búsqueda de una unión popular. Los tangos que invaden las emisoras desde años anteriores hasta géneros actuales como el reggaetón que invaden discotecas o conciertos, “hoy en día hay menos radicalismo en cuanto a qué género escucha, qué género debe escuchar o qué género le gustaría que sepan que escucha en la calle” menciona Hernández, evidenciando la gran cantidad de variación musical de la ciudad, pero así mismo resaltando la evolución de la raíz antioqueña.

En los años noventa, en medio de una época de gran violencia, el rap emergió en los barrios populares de Medellín como una herramienta para que los jóvenes hablaran de su realidad. Influenciados por el hip hop estadounidense, grupos como Tres Coronas empezaron a usar sus rimas para abordar temas como la desigualdad, la violencia y la
resistencia. Con el tiempo, el rap se consolidó en las comunas como una forma de expresión social y de memoria colectiva, con festivales que impulsaron a nuevas generaciones. La música ha experimentado una gran evolución, aunque algunos consideran que también ha tenido un retroceso, debido al impacto de la tecnología. Hoy en día, esta ha reemplazado en parte la instrumentalización manual y ha reducido la presencia de letras románticas y profundas en las composiciones. Al respecto Andrés Felipe Murillo artista urbano:

“Más allá de moldear un esquema o enseñar cómo raspear, se trata de desarrollar la habilidad propia y ofrecer espacios donde las personas puedan potenciar sus talentos”, explica Pablo Sierra Hernández, gestor cultural y formador en procesos de rap y música urbana en Medellín. Para él, los festivales y centros de integración de la ciudad cumplen un papel fundamental, pues brindan escenarios donde los jóvenes pueden compartir su talento, participar en talleres de lírica, improvisación y producción musical, además de intercambiar experiencias con artistas y docentes que fortalecen su proceso creativo. Estas iniciativas permiten que la música se viva como una herramienta de expresión,
aprendizaje y construcción colectiva, en un entorno libre y colaborativo.

Durante la entrevista, Juan Esteban Montoya, rapero y tallerista comunitario, destacó que el impacto del rap en Medellín va más allá del entretenimiento. “Esto no es solo música, es un proceso social que nos permite crear comunidad, alejarnos de la violencia y construir sueños desde la palabra”, afirmó. Montoya resalta que en los festivales de hip hop y centros de integración los jóvenes encuentran un lugar para expresarse, aprender y compartir experiencias que fortalecen su identidad barrial.

A partir de la década del 2000, Medellín se consolidó como una de las principales cunas del género urbano en Latinoamérica. El reguetón, nacido en Puerto Rico en los años noventa, encontró en la capital antioqueña un terreno fértil gracias al trabajo constante de productores locales, estudios caseros y colectivos musicales que comenzaron a
experimentar con nuevos sonidos.

La llegada de la tecnología, el auge de las redes sociales y el acceso a herramientas digitales facilitaron que los jóvenes artistas pudieran grabar, producir y difundir su música de manera independiente. De esta forma, Medellín no solo adoptó el género, sino que lo reinventó con su propio sello, fusionando el ritmo caribeño con el estilo paisa y proyectándolo al mundo de la mano de artistas como J Balvin, Maluma y Feid, quienes convirtieron la ciudad en un referente global de la música urbana.

Versos de tradición y calle

En la Medellín de hoy, la trova y el rap se entrelazan, ofreciendo dos formas de narrar la ciudad. Mientras la trova se basa en la tradición rural, el rap se alimenta de la vida urbana. Ambos géneros demuestran que la historia de Medellín no solo se escribe en libros, sino también en sus versos y canciones.

Si bien lo que tienen en común es el repentismo e improvisación Sierra no toma los géneros como algo paralelo “ En este caso como en el rap o la trova, se vuelve algo muy cultural que atrae público y hace un llamado en la música al talento de las personas” menciona ya que los géneros musicales no son tan aislados uno de otro y el don de la
improvisación ocurre en ambas modalidades.

El rap y la trova comparten elementos clave como la rima, improvisación y música, generando encuentros y competencias entre ambos, en los que se evidencia la permanencia y la esencia de la cultura a través de la música, que posiciona a la ciudad como un gran referente musical, todo a raíz de un factor cultural, como lo indica Álzate,
“la cultura es el principal factor que tenemos como sociedad, para construir identidad”.

“El diálogo entre la tradición e innovación que, si bien se está dando, porque se ve en los cambios de la educación frente a la música, aún tiene algunos sesgos” menciona Hernández al respecto de equilibrar la cultura y música tradicional que nos caracteriza con la actualidad e innovación que ha creado la misma.

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