Conciencias Colectivas, de utopía a realidad
14, junio 2021
Por: Santiago Atehortúa Carvajal, Diana Karolina Murillo Duque, Juan Santiago Sierra Acosta y Paola Stefhany Uribe Rendón,
Los líderes y lideresas sociales en Colombia ayudan a construir el tejido social de un territorio, aportando en diversas dinámicas comunitarias y aportado al desarrollo del país. Sin embargo, muchos de ellos se sienten amanezados por la presencia de diferentes actores o grupos armados que aún persisten en territorios alejados y olvidados por el Estado.
Chocó es uno de los 32
departamentos de Colombia, localizado en el noroeste del país, en la región del
Pacífico colombiano. Comprende las
selvas del Darién y las cuencas de los ríos Atrato y San Juan. Su capital es la
ciudad de Quibdó. Es el único
departamento de Colombia con costas en los dos océanos, el Pacífico y Atlántico. Es igualmente
el único departamento limítrofe con
Panamá, además alberga un corregimiento llamado Tutunendo, una ecorregión con los mayores
índices de pluviosidad del planeta.
Para llegar al Chocó
colombiano desde Medellín se emprende un viaje de aproximadamente 6 horas por
carretera. En el camino se puede observar la maravilla y riqueza de un país megadiverso, tanto por sus
recursos naturales como por las personas que lo habitan. Al salir del
departamento de Antioquia se puede detallar como las cordilleras Central y Occidental cuyo
relieve es uno de los más escarpados del mundo se van desdibujando dando
predominancia a otro tipo de vegetación un poco más tropical.
En cinco horas de
trayecto se puede divisar un sin fin de contrastes que enriquecen el paisaje
montañoso y selvático, todo se logra ver un poco más verde y el recurso hídrico empieza a aflorar en
diferentes lugares. La piel se humedece y el aire se torna denso aportando al
entorno un clima más cálido.
Calles de barro y
asfalto , casas construidas con madera y
latas, algunas con cemento, niños
descalzos jugando con un trozo de piedra bajo el pórtico de las casas
vecinas, motos por doquier y fiestas clandestinas que conglomeran a jóvenes y adultos con ganas de salir de la
rutina, son algunas de las situaciones y movimientos que se logra evidenciar en
esta tierra diversa y multicultural.
Folclor, cultura, raíces ancestrales, abandono del
Estado, obras sin terminar, espacios
públicos poco intervenidos, mujeres pujantes, niños con sueños, hombres
trabajadores, indígenas sonrientes, una amplia gastronomía y una pobreza monetaria que según el
DANE supera el 68 por ciento son algunos de los elementos que caracterizan el
territorio Chocoano.
Esta tierra ha sido cuna de líderes sociales como Jean Carlos Lemus Ramírez, un joven
abogado egresado de la Universidad Tecnológica del Chocó, actualmente
estudiante de Maestría en Gerencia para el desarrollo de la Universidad de los
Andes, que con sueños, anhelos y
esperanza trabaja por y para la comunidad.
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La historia de Jean
Carlos inicia en Istmina el 13 de julio de 1995, fecha de su nacimiento; sus padres eran apenas unos
jóvenes para aquel entonces, su madre tenía 23 años y su padre 25, aún no eran
profesionales, agravante que hacía más difícil su situación laboral y
económica. Jean se pasó los primeros 5
años de vida viajando con sus padres por diferentes ciudades de colombia en
busca de oportunidades para un
futuro mejor.Su madre trabajaba en casas de familia y su padre en obras de
construcción. En los llanos orientales (San José del Guaviare) cultivaron hojas de coca cuando estas eran el auge de los narcotraficantes y las Farc-EP,
permitiéndoles generar ingresos para tener con qué comer.
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2001: Camuflaje
Cuando Jean cumple 6
años, vuelven a Istmina (Barrio Cubis –
Meseta Alta) . Al volver, sus padres se preparan como profesionales y Jean Carlos
empieza formalmente su proceso educativo
donde culminó su primaria en el Colegio Andrés Bello y la secundaria en la
Normal Superior Nuestra Señora de las Mercedes, lugar donde todo cambia.
“…Dentro de la pobreza que vive el chocó e Istmina,
siempre existe una estratificación que no se dice pero se siente..” afirma Jean, en esta estratificación el colegio la Normal Superior,
era un espacio donde se podía encontrar a los hijos de los alcaldes o
exalcaldes de Tadó, Condoto, Medio San Juan y
las familias más adineradas de la región, o como lo describe Jean, “los
pupis”. Estos niños provenientes de cunas
de oro se convirtieron en sus amigos.
2007: Utopía
Sin embargo, poco a
poco y con el pasar de los años, su visión del mundo comenzó a cambiar. “En los
grados 10 y 11 los contenidos se vuelven más críticos y es cuando uno se
empieza a cuestionar ¿por qué el Chocó es así? ¿Por qué Istmina es así? ¿Por qué no tenemos acueducto y
alcantarillado óptimo?, se empiezan los cuestionamientos internos dentro
del salón sobre las acciones de los padres de los amigos y compañeros: tu papá
no hizo esto, no hizo lo otro, nosotros
estamos así por tu papá..” afirma Lemus.
Estos
cuestionamientos lo ayudaron a entender
un poco más el panorama que vivía su territorio.
“…Cuando ya
llegamos a 11 grado, que empieza todo mundo a escoger la universidad o la
carrera que se quiere estudiar, nos damos cuenta que esos hijos, y compañeros que
quizá no eran lo más destacados, su
padres los estaban proyectando para
que vinieran a seguir liderando, o los estaban proyectando para que fueran
también los próximos alcaldes de los
diferentes municipios…”
A partir de ese
momento un grupo de jóvenes que no eran los hijos de los alcaldes, pero que en
cierta medida eran los más destacados
del salón se empezaron a cuestionar
y se encendió una alarma grupal.
Ellos con tan solo 16 y 17 años se plantearon
actuar “…si no hacemos algo ahora lo más probable es que los que
lideraron a nuestros padres, sus hijos terminarán
liderándonos a nosotros, y quizá nuestra crítica se va a quedar en crítica y no
en acción”, “desde ahí nació esa
semillita, desde el colegio” afirma Jean.
Desde ese momento cada uno tomó caminos diferentes, y pasados dos años, después de conversar la idea en vacaciones como una utopía, llega en 2015 el momento de actuar.
2015: Un movimiento por la
conciencia
En el 2015 este grupo de amigos se sientan a hablar con
la intención de materializar todo eso que habían conversado durante el colegio
y en sus encuentros de vacaciones.En ese justo momento estaban próximos a
elecciones, y con un desconocimiento adicional sobre temas políticos empiezan a
indagar sobre cómo funciona la política en este departamento, donde según Lemus
es muy común que la política sea
dirigida por aquellos que siempre lo han hecho.
Jean, dice que casi
la mayoría de los males que tiene
Colombia se replican en una escala mínima en el Chocó, donde el clasismo y el fenómeno de preferencias por
los apellidos se encuentra tan latente como la corrupción.
Además afirma con
contundencia que “los Córdoba o Palacios
son los que mandan la parada,
son los que están destinados a tener el poder” situación preocupante que está
en vista de todos. Expresa que entiende que ellos tienen “prioridad”; en
especial los Córdoba por ser del linaje de Diego
Luis Córdoba (padre fundador del Departamento). Jean dice que en esa época,
no se reunían los Córdoba o los Palacios, sino que se reunían los Lemus, los
Mosquera, los Benites, personajes con apellidos del común que le dan nacimiento
a un movimiento llamado Conciencias Colectivas.
Cuando nace este
movimiento, sin tener idea de cómo se hacía o cómo funcionaba un sistema tan
estructurado como el de la compra y
venta de votos, Lemus en conjunto con su grupo de amigos planearon a quién iban a postular para que fuese
candidato al concejo. Jean fue elegido para las elecciones 2015. Con 19 años fue el candidato más joven en todo el departamento del Chocó,
teniendo la mayor votación dentro
del partido en el municipio de Istmina.
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Mediante el discurso colectivo de este grupo de
amigos, fue como lograron convocar a
muchos jóvenes, que incluso a igual que ellos era la primera vez que votaban en temas de política, ganándose un puesto
importante dentro de las mesas donde se encargan de administrar y gobernar el
municipio, pasando de un hecho utópico a la realidad.
A partir de este proceso
del cual salieron victoriosos,
Conciencias Colectivas se ded
icó a contar este hecho relevante a otros jóvenes de municipios cercanos con la intención de que replicarán esta acción; fue así que en las elecciones pasadas lograron que en 4 años hubiesen más postulados, con 5 candidatos en diferentes municipios del Chocó, ganando 2 candidaturas de 5, donde afirma Lemus que siguen creciendo en número y lecciones positivas.
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2016: Blanco de Amenazas
Como concejal impulsó la educación, punto central de
su discurso. Mientras ejercía su cargo evidenciaba la corrupción en cosas básicas: aprobación de presupuestos sin
ejecución de las obras; ejecución de obras pero con planos diferentes a los
establecidos; contratistas incumplidos y encargados de despacho sin lograr un
efectivo control. Las estructuras irregulares con las que se topó lo
enfrentaron a una diatriba: Seguir con su discurso o denunciar las irregularidades que percibía dentro de la
administración municipal.
Por medio de redes sociales decidió, al fin, denunciar los hechos de la supuesta corrupción. En ese momento, y como se
acostumbra en Colombia con los líderes sociales se convirtió en blanco de amenazas de sus compañeros
administrativos, ya que estas denuncias
y publicaciones empezaron a tener
muchas interacciones en las redes.
A raíz de sus denuncias,
la Procuraduría General de la Nación
abrió varias investigaciones: contra
el alcalde, 3 secretarios de despacho y algunos otros funcionarios, entre
ellos, concejales. Los señalamientos
públicos no se hicieron esperar, algunos concejales usaron emisoras para difundir mensajes como: “si le pasaba algo, no nos hacemos responsables”. La intimidación se volvió
sistemática
y tras diversos análisis del caso, la
Unidad Nacional de Protección (UNP) tomó su caso, brindando apoyo a Lemus.
Le proporcionaron un chaleco antibalas, un botón de pánico, un geolocalizador y
un mapa de su casa con una ruta de
escape.
En esos momentos de calor político y teniéndose que
desplazar todos los días de Quibdó a Istmina y viceversa, estudiaba en las
tardes, mientras en las mañanas ejercía como concejal de Istmina. Siempre se movilizaba en un trayecto de 70 kilómetros diarios entre ciudades,
desplazamientos que lo exponían a un riesgo
mayor.
Vea las denuncias:
Denuncia 1 Denuncia 2 Denuncia 3 Denuncia 4
Su mamá a veces se
veía envuelta en conversaciones donde, sin relacionar que esta fuese su
pariente, rumoraba que: “a ese
concejal Memo lo van a salir matando”
Por fortuna nunca se materializaron las amenazas, pero en época de las investigaciones, de los trece concejales de Istmina, el único que tenía medidas de protección era Lemus. El botón solo lo presiono cada dos meses por protocolo, el chaleco no atajó ninguna bala y la ruta de escape nunca se usó en caso de algún atentado. Sin embargo, la presión por sus pares seguía ahí, por revelarse frente a la estructura maltrecha de la administración istmineña.
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Libros en champa
En medio de la selva y el océano Pacífico, Conciencias colectivas quiso llegar a Boca de Pepé, Medio Baudó, lugar
recóndito al que llegaron siguiendo una ruta entre champas (canoas típicas del
Chocó) y almuerzos gratis de almas
caritativas. Cruzaron por los mismos lugares que el narcotráfico transita para transportar la droga por Panamá. Este grupo de amigos llevaron hasta este lugar donaciones de libros que venían de Medellín.
Desde allí, vieron
las limitaciones que imponía el
territorio en el pensamiento de los jóvenes. Visiones de niños que tenían como
ideal terminar su bachillerato para volverse técnicos en el Sena, pues era lo
máximo que habían visto en alguien del exterior. “Hay veces que los jóvenes están volando hasta donde se le está
permitiendo ver”. Al ser en ese entonces estudiantes universitarios o en
vísperas de finalizar su carrera, enseñaron sus experiencias y trataron expandir el horizonte de aquellos
niños.
Tras su experiencia
como líder social, Jean Carlos
piensa que uno de los puntos que hay que trabajar es que los líderes suelen
caer en un estado de confianza hasta el punto de sentirse ajenos a la
posibilidad de resultar como aquellos líderes que han sido asesinados por su labor comunitaria.
Para Jean Carlos Lemus al igual que para
muchos líderes es un honor ser parte de los movimientos que apoyan a sus comunidades. Aunque sus vidas están en un riesgo constante, los recursos son limitados y no reciben
ayuda del Estado, no temen a la idea de que algún día su lucha acabe. A lo que
si le temen es a no dejar un legado de
resistencia y desarrollo que permita un mejor futuro para todos los chocoanos.
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