¿Está preparada Colombia para tener una mujer presidenta?
Por: Luis Mateo Jaramillo, Manuela Mesa Giraldo, Diana Alejandra Oliveros, Mariana Ramírez Molina

En un país donde la política ha sido un terreno dominado por hombres, las mujeres colombianas han tenido que abrirse paso entre las barreras legales para alcanzar espacios de representación y decisión. A pesar de que la constitución de 1991 estableció la igualdad de derechos y normativas como la ley 1475 de 2011, la realidad muestra que la inclusión femenina en la política sigue siendo un desafío pendiente.
En el tablero político colombiano, las fichas femeninas siguen siendo muy pocas. Aunque más mujeres se postulan, pocas logran llegar. En 2019, menos del 20% del Congreso estaba compuesto por mujeres, y el país sigue rezagado frente a sus vecinos Latinoamericanos.
En contraste, países como México y Argentina han avanzado en la inclusión política de las mujeres. México eligió a Claudia Sheinbaum como su primera presidenta en 2024, mientras que Argentina ya había tenido a Cristina Fernández de Kirchner como presidenta en dos periodos consecutivos (2007-2015), además de su primera mujer presidenta María Estela Martínez de Perón en 1974. Estos ejemplos demuestran que, aunque la política aún es un desafío, existen precedentes en la región que evidencian que las mujeres pueden alcanzar los más altos cargos de poder.
La ley exige que al menos el 30% de las listas electorales incluyan mujeres, pero eso no garantiza poder ni decisiones. Muchas veces son los nombres puestos para cumplir con la norma, sin apoyo ni recursos. La brecha salarial del 23% se convierte en una barrera más. En Colombia, ser mujer y aspirar a gobernar aún es remar contra la corriente.
El techo de cristal político
Actualmente se promueve la inclusión femenina en la política, pero persisten obstáculos. Según Miguel Jaramillo Luján, consultor político, tres factores principales limitan la participación de las mujeres en cargos de poder: el machismo presente en muchos perfiles y estilos políticos, la falta de experiencia derivada de su rol en el hogar, la maternidad y la combinación de trabajo y estudio.
Entendemos que más allá del discurso de igualdad, existen barreras profundas. “Las elecciones se ganan no con méritos ni con paridad sino con votos”, expresó Luján. La realidad evidencia que, más allá de la normativa, las condiciones del entorno político siguen limitando el ascenso femenino a los espacios de poder.
No obstante, algunos analistas advierten sobre el riesgo de limitar el debate exclusivamente a la discriminación, dejando de lado otras dimensiones necesarias para comprender el fenómeno político actual: “Me da la impresión de que solo centrarnos en la discusión sobre la discriminación nos hace perder de vista otros matices que hay en la discusión”, señala Carlos Andrés Naranjo, Analista político. Además, menciona que como docente suele encontrar mayor presencia femenina que masculina en clases de ciencias políticas, aunque evidentemente su participación sigue siendo minoría en cargos públicos.
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Rumbo a 2026: Aspirantes y posibilidades
En el panorama político rumbo a la presidencia en 2026, cinco mujeres se destacan por su liderazgo y visiones diversas. Vicky Dávila apuesta por una candidatura independiente centrada en la transparencia. María Fernanda Cabal y Paola Holguín, desde el uribismo, representan sectores conservadores. María José Pizarro, del Pacto Histórico, impulsa una agenda progresista, mientras Claudia López, exalcaldesa de Bogotá, suena como una posible candidata del centro. Todas ellas reflejan el creciente protagonismo femenino en la política nacional.
Aunque sus precandidaturas podrían hacer caso más a estrategias de visibilidad interna en sus partidos políticos, que a una verdadera intención de gobernar. En este caso, Valentina Palacios, politóloga, refleja que para tener posibilidades reales, una candidata debe evitar los extremos ideológicos y construir consensos amplios o una unión: “hoy no hay una figura femenina ni masculina realmente preparada para unir al país. Falta una estrategia política que convoque sectores diversos, que supere la fragmentación actual.”
A la vez, el liderazgo no debe centrarse únicamente en el género sino en las capacidades: “no importa si es hombre o mujer: necesitamos liderazgos organizados, con carácter, que no vayan a los extremos, y que sepan gobernar para todos.”
Valentina Palacios nos comenta sobre el liderazgo más allá del género:
¿El futuro será femenino?
La posibilidad de tener una mujer presidenta en Colombia sigue siendo más un deseo que una realidad. Sin embargo tenemos que tener en cuenta que la persistencia de lideresas, los movimientos sociales y los avances legislativos abren un camino esperanzador para estas mujeres que sueñan con estar al mando del país. La transformación, no obstante, no será automática ni sencilla se requiere una ciudadanía crítica, partidos políticos comprometidos con la igualdad y mujeres empoderadas que pasen de las listas a la presidencia.
El techo de cristal político aún no se rompe del todo, pero las grietas son cada vez más evidentes. La pregunta ahora no es si una mujer puede gobernar Colombia, sino cuándo y cómo lo logrará.

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