Infraestructura con el alma: cómo el sistema metro ha moldeado la Medellín contemporánea
El sistema metro de Medellín, es reconocido internacionalmente por ser un ejemplo de movilidad sostenible e integración social.
02 de octubre de 2025
Por: Simón Torres Castañeda, Laura Valentina Jaramillo Sanmartín, María Fernanda Zuluaga Toro, Alejandra Pérez Echeverri, Mariana Arroyave Parra

En el marco de la celebración de los 350 años de Medellín, la ciudad celebra que en Colombia es el único sistema de transporte masivo eléctrico, destacándose como uno de los principales motores de transformación y cultura. Beneficiando día a día con su cobertura a más de 1 millón de usuarios en el Valle de Aburrá. La historia del metro no está completa sin reconocer las profundas afectaciones y el sacrificio de hogares que hicieron posible su expansión. A través de este contraste examinamos, ¿De qué manera el metro ha influido en la movilidad y el costo social por medio de su expansión?
Expansión, Crecimiento y Flujo de Pasajeros
Desde su puesta en marcha en la década del 70, ha logrado integrar a miles de ciudadanos, especialmente de los estratos más vulnerables, replicando un modelo de planificación urbana (Modelo europeo) al facilitar el acceso de las comunidades periféricas a los centros productivos y de servicios, contribuyendo así a reducir la desigualdad en el acceso a oportunidades.
Esta estrategia cobra especial relevancia en el Valle de Aburrá; un contexto montañoso donde, con corte a 2022, la novedosa movilidad ha beneficiado a más de 2000 usuarios, principalmente de los estratos 1, 2 y 3, según datos del METRO (2022), logrando a la vez descongestionar la movilidad urbana. Este impacto demuestra que el proyecto es una materialización de la innovación social, la cual, según Iván Sarmiento, profesor e investigador de vías y transporte de la UNAL, “El sistema ha ayudado a valorar las zonas por donde pasan, ha revitalizado los negocios, turismo en la zona y logrado que, con las mejoras urbanísticas, la gente se apropió de las vías, ya que quedó una zona peatonal muy agradable”.
El metro de Medellín no solo opera como un sistema de transporte masivo que brinda esta única opción, sino que por el contrario se evidencia mecanismos de participación que consisten en convocatorias abiertas a los ciudadanos permitiéndoles participar en la solución de dificultades emergentes de la movilidad, pues ellos mismo pueden dar aportes en el sostenimiento y desarrollo del metro.
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Integración Multimodal y Capacidad de Flota
Para atender esta demanda creciente y garantizar la movilidad integral, el Metro no solo se expandió en infraestructura sino en capacidad. Se logró la integración de rutas de buses al sistema, y se sumó el Metroplús, que hoy transporta a 200 mil personas más, además de las 1.200 personas que utilizan diariamente el sistema de Metrocables y Tranvía. El material rodante ha debido ajustarse progresivamente a la demanda, pasando de una flota inicial de 43 trenes (adquiridos en un primer momento en grupos de 13 unidades) a una flota actual que incluye la reciente adquisición de 80 nuevos trenes, fortaleciendo su capacidad operativa. Adicionalmente, el Metro de Medellín no solo opera como un sistema de transporte masivo que brinda una única opción, sino que promueve mecanismos de participación consistentes en convocatorias abiertas a los ciudadanos, permitiéndoles aportar en la solución de dificultades emergentes y en el sostenimiento y desarrollo del sistema. Afirmó, Iván Sarmiento profesor e investigador de vías y transporte de la UNAL.
Socialmente hablando, el Metro va más allá del transporte. Sus mecanismos de participación consisten en convocatorias abiertas que vinculan a los ciudadanos no solo como usuarios con tarifas, sino también con ideas y la apropiación de la llamada Cultura Metro. Este programa es la gran identidad del sistema, promoviendo el respeto, la buena convivencia y el buen trato de los bienes públicos, con el otro y consigo mismo. Para el personal operativo, esta cultura es la base de su servicio: “A nosotros siendo operarios nos inculcan desde el primer día que la seguridad y la puntualidad siempre van a ser nuestras garantías, siempre debemos tener como prioridad… generándole a los usuarios esa seguridad de que se van a montar y van a llegar bien hasta el lugar donde se dirigen. Gracias a ello se ha logrado consolidar la Cultura Metro, que para mí es la gran identidad del Metro, promoviendo el respeto y la buena convivencia. Siendo así, el Metro se ha convertido en orgullo y ha logrado representar a la ciudad como referente cultural.” dijo, Sara Villa conductora del metro.
El papel del Metro de Medellín en la reducción de desigualdades sociales
Desde la perspectiva institucional, Hugo Armando Loaiza Vélez, Formador Organizacional y Coordinador de Servicio al Cliente en el área de Gestión Social y Cultura Metro, destaca que el sistema de transporte masivo ha sido un agente democratizador del territorio y las oportunidades. Según explica, “nada más democrático que un sistema de transporte aquí confluyen un millón trescientas mil personas al día”, de las cuales entre el 65 % casi el 68 % pertenecen a los estratos 1, 2 y 3, lo que demuestra el impacto directo del Metro en la población más vulnerable del Valle de Aburrá. Además, el costo socialmente equitativo del pasaje, igual para todos los usuarios, refuerza la accesibilidad y la igualdad de condiciones en la movilidad urbana.
Loaiza enfatiza que el sistema actúa como un conector de oportunidades, al acercar físicamente y simbólicamente a las comunidades con el resto de la ciudad. Un ejemplo claro es el Metrocable de la Línea K, que transformó la vida de los habitantes de Santo Domingo, quienes antes decían “voy a Medellín” como si no pertenecieran a ella. Gracias al Metro, se redujo el aislamiento urbano, se generaron ahorros de tiempo y dinero, y se ampliaron los horizontes educativos y laborales. Así, más que transportar personas, el Metro de Medellín transporta progreso y esperanza, consolidándose como un instrumento de desarrollo económico y social integral para toda la región.
La Realidad Detrás de la Expansión y el Alto Costo Humano
A pesar de este éxito colectivo, el Metro no puede contarse sin abordar la compleja realidad de su expansión. La implementación de nuevas líneas, como el Tranvía de Ayacucho, exigió el sacrificio de miles de hogares a través de procesos de expropiación y reasentamiento. Este es el costo social inherente a la infraestructura.
El dolor de esa reingeniería urbana forzosa tiene un rostro humano que contrasta con la celebración del civismo. Juana Cardona Cardona, una de las afectadas por la expropiación en el barrio San Luis y líder del grupo de “Los Desplazados del Barrio San Luis,” lo relata con profunda frustración. Su lucha, que comenzó en 2012, se centró en la verdad detrás de las obras, pues el daño no fue por riesgo, sino por una mala ejecución: “En ese estudio [de suelos] nos encontramos que la universidad dijo así, en este punto lo que pasó fue una sobrecarga de dinamita que un técnico con poca experticia colocó. Entonces lo de nosotros fue un daño colateral, a nosotros no tenían por qué aplicarnos un desalojo.”
Esta revelación forzó a la comunidad a iniciar una batalla legal de diez años, enfrentándose a la administración por avalúos iniciales que consideraban un “regalo” (700.000 pesos por metro cuadrado en la primera oferta) y ganando acciones de tutela para mantener el arriendo temporal. “El Metro me dio progreso, pero el tranvía me quitó mi hogar,” explica la líder, quien subraya que el progreso se paga con el patrimonio y la historia de vida: “Ninguna plata le devuelve los 40 años que uno llevaba ahí… Te llevan a un barrio nuevo y te toca empezar de cero.” Tras once años en arriendo temporal, la demanda por la expropiación sigue en los tribunales, buscando el reconocimiento del daño moral y del desarraigo.
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