Adiós al campesino tradicional

Por: Alejandro Arboleda Grajales, Marisol Jaramillo Martínez, Anlly Vergara Agudelo, Juliana Sierra Casas

El corregimiento de Santa Elena está ubicado al oriente de la ciudad y es uno de los cinco corregimientos que conforman el área rural del Municipio de Medellín. Su arraigada herencia histórica, la cultura silletera y sus verdes paisajes, han hecho que obtenga mayor visibilidad y reconocimiento cultural y turístico.

Históricamente su economía se ha basado en una producción agrícola de escala menor y los principales productos que se cultivan son: papa, mora, fresa, aromática, flores, remolacha, zanahoria y lechuga. Su actividad turística está ligada al medio rural por medio del agroturismo, turismo de aventura y ecoturismo.

Sin embargo, la gentrificación, el turismo y el desarrollo urbano en Santa Elena han ido transformando la estructura social y económica del corregimiento, modificando poco a poco la labor tradicional del campesino y transformando gradualmente el territorio debido a la creciente actividad turística y generando de esta manera la construcción de glampings, hostales y hoteles por parte de la población local como medio de adaptación hacia unas nuevas formas de vida y generación de recursos.

Esta transición hacia las nuevas economías en el corregimiento ha provocado la disminución de la producción agrícola, inflación en los costos de vida en el área, sobrepoblación, problemas en la prestación y el acceso a los servicios públicos básicos en algunas de las veredas más habitadas, manejo inapropiado de los recursos naturales y el deterioro del ecosistema. 

El sociólogo y profesor de la Universidad de Antioquia Bladimir Ramírez indica que el urbanismo representa una amenaza para los campesinos de Santa Elena, debido a que hay un desbordamiento poblacional latente con la llegada de los ‘nuevos pobladores urbanos’, haciendo referencia a las personas de la ciudad que se están desplazando al campo, huyendo de los afanes y la contaminación y asociando el campo a un lugar de descanso y desconexión. Sin embargo, las consecuencias que esto trae tanto para el campo y la labor del campesino son drásticas y además, según el sociólogo, “sí cambia el campesino cambia su territorialidad”, es decir que la transformación no solamente va a afectar las labores que tienen los campesinos tradicionalmente sino la dinámica del territorio en general. Donde antes se cultivaba la tierra, ahora existen labores enfocadas en el agroturismo, cambiando de esta manera el perfil del campesino. 

Otra de las causas que está generando esta transformación además del urbanismo es la mala planificación territorial, debido a que además de que no existir una cadena de sostenimiento para los campesinos de Santa Elena, esta se lleva a cabo a través de intermediarios, incrementando de esta manera los costos y la plusvalía.

El sociólogo hace una reflexión donde indica que “al menos 3 veces al día pasamos por las manos de un campesino”, debido a que toda la cadena alimentaria comienza por ellos y que debemos reconocerlos como sujetos de derecho siendo estos los más afectados con estas nuevas dinámicas. Por este motivo se hace indispensable propiciar y promover las redes socio-culturales del campesino desde la administración local, por medio de las asambleas comunitarias.

Tradición, Sostenibilidad y Turismo

Aún quedan pobladores en la zona que luchan día a día por conservar sus tradiciones y que buscan subsistir por medio de ellas. Carolina Llanos, es psicóloga de profesión y campesina por pasión. Bajo la filosofía “volver a la tierra”, creó junto a su esposo: “Huerta La Nube”, una huerta familiar ubicada en la vereda El Placer, que surgió de la necesidad de ser autosustentable y cultivar su propia comida. Allí, se cosecha y comercializa una amplia gama de productos orgánicos y adicionalmente se realizan procesos medicinales con plantas y terapias que promueven la conexión con la tierra.

Aunque Carolina y su esposo son campesinos tradicionales, la rápida evolución del territorio ha hecho que tengan que buscar nuevas formas de trabajar el campo para poder sostener su proyecto. En este contexto, Carolina se dedica a su huerta con el objetivo de promover la comprensión entre las personas acerca de la relevancia de aprovechar los recursos que nos brinda la tierra.

Conoce un poco más de esta historia: 

En la vereda Barro Blanco, encontramos a Ignacio Rico, que junto con su esposa Carmen Londoño son unos de los campesinos que más generan turismo y desarrollo económico en la zona desde hace 14 años, por medio de su proyecto: “Casa de las Flores”, en la cuál reciben mensualmente cerca de 3.000 visitantes. Un lugar en el que la predominancia del color verde hace juego con el arcoiris de flores sembradas en su jardín.

A pesar de que la generación de recursos de este sitio podría considerarse como tradicional, ya que se basa en el turismo receptivo por medio de las flores; también se han visto conducidos a innovar debido a los cambios generales del territorio y así tener la capacidad de atraer más visitantes. Desde allí, Ignacio realiza los “Tour silleteros” en 4 idiomas diferentes, en dónde a cada visitante (normalmente en grupos entre 6 y 40 personas) se les brinda una aromática, extraída del propio cultivo. Adicionalmente, mientras realizan un recorrido por toda la finca, los turistas pueden conocer la historia de los silleteros y disfrutar de diferentes espacios tradicionales e interactivos.

Esta casa rodeada de flores, representa la vida tradicional del campesino que no olvida sus raíces, pero que es capaz de adaptarse a los nuevos retos y exigencias de un mundo en constante cambio y transformar un hogar familiar en un espacio abierto a los que deseen adentrarse en el mundo de las flores y los colores.

En medio de la naturaleza, se encuentra un lugar de fantasía: El Eco Hotel Terrabella. Lugar que anteriormente estaba dedicado al cultivo y que desde hace 3 años tomó un nuevo rumbo hacia la industria turística.

Este espacio nace con la intención de acoger citadinos y turistas para que conozcan la historia de Santa Elena, sus coloridas flores y la tradición silletera. Así nos lo contó Brayan Beltrán, administrador encargado del sitio y que ha sido testigo de la transformación que ha tenido durante el último tiempo. 

Este es un ejemplo más de cómo los originarios del corregimiento le están apostando cada día y en mayor cantidad a las nuevas tendencias agroturísticas por las cuales se está viendo modificada la vida de sus habitantes.

La profunda transformación social y cultural en la que se han sumergido los campesinos de Santa Elena les ha proporcionado un nuevo camino con otros horizontes y oportunidades de crecimiento innovadoras. No olvidando quiénes son, de dónde vienen y su amor por el campo o por la tierra, sino permitiendo la búsqueda de nuevas maneras de adaptación y crecimiento económico.

Actualmente estas nuevas formas de economía están pasando de ser una opción voluntaria a ser una elección forzada, debido a que al adoptar cualquiera de estas nuevas alternativas se puede llegar a generar ingresos de hasta 10 veces más que lo que genera un campesino cultivando la tierra. Los campesinos que se han visto influenciados por estas nuevas formas de vida están viendo una oportunidad de transformar su habilidad en el campo por medio de la creación de proyectos familiares que les permitan mejorar sus ingresos y de esta manera, su calidad de vida.

Tanto el campesino tradicional, que dedica su trabajo al cultivo de la tierra como el campesino moderno, que se dedica a la industria turística son parte de la identidad del campesino de Santa Elena y ambos deben ser reconocidos por su aporte al desarrollo del corregimiento y de la región.

Se hace indispensable que haya más acompañamiento para el sector campesino por parte de la Administración Distrital en áreas económicas, pedagógicas y administrativas para que continúen en la construcción de una vida próspera en el campo.

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