La donación de sangre más allá de la equidad de género: riesgos y responsabilidades
14 de junio de 2024
Los desafíos de la comunidad LGTBIQ+ a lo largo de varias décadas han sido precisamente por destituir los estigmas edificados por una sociedad en la que aún cuesta reconocer la diversidad de identidades. En tal sentido, así lo manifiesta Josephin Fernández, activista e integrante de la plataforma “Ley Integral Trans” sobre las históricas talanqueras en la donación de sangre para la comunidad: “Lo más terrible es que a pesar de que ya los argumentos están y además han sido contrarrestados hasta por sentencias de la Corte (la del 2022 específicamente era sobre ese tema), los estigmas no se resuelven con una declaración de un juez, los estigmas son de sistemas aceptados por la cultura”.
Ahora bien, existe una discusión densa sobre el acceso a la donación de sangre de la población, un debate que trasciende las barreras de la ideología y que tiene que ver con las estadísticas y los argumentos médicos y científicos sobre la responsabilidad de los Bancos de Sangre con la vida de miles de personas.
Catalina García Marín, coordinadora del Banco de Sangre del Hospital San Vicente Fundación parte de afirmar que “Hay que tener muy presente que la donación de sangre no es donar por donar, es donar para salvar una vida. Si yo como persona no soy muy responsable y muy consciente con las respuestas que doy en la encuesta de donación, no soy consciente de mis conductas de riesgo; y no soy consciente de que con mi donación antes puedo perjudicar a alguien, no lo debo hacer. Hay que tener presente que siempre es para salvar una vida, y ser muy verídicos en las respuestas que doy, sobre todo en las preguntas de conductas de riesgo sexual”.
Por su parte, las preguntas clave sobre conductas de riesgo sexual resultan ser científicamente indispensables, pues existe un periodo de ventana inmunológica que es preciso respetar independientemente de la orientación sexual de cada donante de sangre. Así lo explica: “La ventana inmunológica es el tiempo en que la persona tiene una cantidad de virus tan pequeña circulando, que la prueba que yo hago puede que no me la detecte… el cuerpo no ha pensado cómo producir mucho anticuerpo contra ese virus, entonces la prueba no lo detectará por más que tenga el virus circulando”.
En Colombia, según los Lineamientos Técnicos estipulados por el Instituto Nacional de Salud (INS), la ventana inmunológica comprende un periodo de 6 meses en los que el potencial donante debe haber cumplido con los requerimientos de lo que se consideran prácticas sexuales seguras con una pareja estable para poder donar su sangre. Frente a esto, precisamente en el 2022 el INS afirmó para El Tiempo que, en los 83 Bancos de Sangre que operaban para ese entonces en Colombia, se contaba con las pruebas de tamizaje requeridas. Asimismo, que sin importar el tipo de ensayo (quimioluminiscencia, electroquimioluminiscencia o enzimoinmunoanálisis de adsorción – ELISA -), la sensibilidad es del 99,98% y la especificidad oscila entre el 99,69% y el 99,89%. Es importante precisar que para esta oportunidad, el INS se mantuvo en la negativa de brindar entrevista a Sextante, Sistema de Medios, sobre el tema de la aplicación de los Lineamientos Técnicos en casos de donantes de sangre de la población LGTBIQ+.
Por otro lado, Carmen Adriana Blanco, Abogada de la Universidad de la Sabana y experta internacional en Asuntos de Género con énfasis en Mujeres y personas LGTBIQ+ sostuvo lo siguiente frente a la necesaria e innegable meticulosidad de respetar la ventana inmunológica: “Ningún derecho es absoluto, todos los derechos tienen modulación, tienen un límite, unas restricciones más o menos mayores o menores. Entonces ellos y ellas, como cualquier otro ciudadano, tienen derecho a donar sangre; pero al igual que a nosotros los heterosexuales hay unos mínimos que nos exigen y es el no haber practicado actividades sexuales riesgosas que puedan desencadenar ETS o VIH, que es más grave todavía”.
Con y a pesar de tener los lineamientos claros sobre los derechos y límites de estos mismos para la donación de sangre, se sigue percibiendo un estigma de discriminación frente a la comunidad LGTBIQ+, un estigma que suele disfrazarse desde la perspectiva médica y estadística: “Personalmente yo te digo que estadísticamente la población que tiene más enfermedades de transmisión sexual como los virus; pues no son todas sino virus, hepatitis B, hepatitis C y VIH, si es la población LGTBIQ+, estadísticamente. Y eso no ha cambiado desde hace muchos años para acá. Históricamente ha sido esa población la que tiene más infecciones virales de transmisión sexual. A mí me parece que el riesgo puede aumentar”, afirmó García Marín.
Frente a esta afirmación también se pronunció Josephin Fernández, resaltando un imaginario entre poblaciones que históricamente se han considerado más seguras frente a sus costumbres y/o prácticas sexuales: “Creo que las estadísticas cambiarían mucho si las mujeres cis (cisgénero) casadas con hombres cis heterosexuales se hicieran exámenes de ITS más a menudo; descubrirían que las parejas casadas también están llenas de infecciones, porque los hombres en una cultura patriarcal no son fieles y tienen un montón de prácticas sobre todo desde la clandestinidad desde la noche anterior, ¿cuál es la evidencia científica de que somos menos seguras en estas prácticas? ¿somos menos seguras cuando somos una población más abierta respecto a la educación sexual y tenemos más acceso a la educación sexual?”
No cabe duda que el debate frente al acceso a la donación de sangre, dicho por la misma experta, Carmen Adriana Blanco, es todo un conflicto de derechos; lo que sí es cierto y contundente según la ley, es que toda persona independientemente de cuál sea su orientación sexual, deberá tener su derecho a la donación de sangre siempre y cuando cumpla con los lineamientos y la garantía (partiendo de la buena fe y honestidad) de llevar una vida sexual sana y estable.
La pregunta es, ¿se aplicará al pie de la letra esta Sentencia de la Corte?, ¿regirá en igualdad de condiciones y de manera estandarizada para todos los Bancos de Sangre?, ¿hasta qué punto llegará la subjetividad del profesional médico para seleccionar un donante?
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