Por: Estefanía Ciro
30 marzo, 2025

El mundo cinematográfico no siempre ha tenido la libertad que hoy conocemos. En Colombia, el cine ha pasado por varias clasificaciones y restricciones que determinan el nivel de visibilidad que puede tener determinada producción dependiendo de su contenido o mensaje con base en los intereses de la entidad encargada.
“Si no puedes controlar a quienes tienen armas, controla a quienes no la tienen…” Oswaldo Osorio
La censura del cine colombiano se manifestó desde sus inicios. La primera producción nacional, realizada por los hermanos franceses Di Domenico en 1915, titulada “El drama del 15 de octubre”, fue censurada de inmediato por las autoridades dado el tema tan sensible y complicado para la época. La cinta causó un gran revuelo al presentar a los asesinos del general Rafael Uribe Uribe, los cuales -al parecer- hasta recibieron un pago por representarse ellos mismos en el crimen. Esto para las autoridades del momento fue un acto completamente inmoral y como resultado, se prohibió por completo la reproducción del filme.
“Siempre ha habido una doble moral con el asunto de la violencia. Hay una violencia que el Estado nunca ha podido controlar, empezando por esa violencia partidista o bipartidista que incluso viene desde el siglo XIX”, comentó Oswaldo Osorio, crítico de cine.
La censura de la iglesia católica
En las décadas de 1940 a 1970, el principal ente censurador fue la iglesia católica, el cual tenía un poder tanto en la cultura, la vida cotidiana y, claro, en la educación. Cualquier contenido que se percibiera contrario a los valores o principios católicos era inmediatamente censurado, prohibido y hasta en los Códigos Penales de la época era penalizado el tener o exhibir material considerado ofensivo. Esto incluía desde ideas contrarias a la moral y buenas costumbres, los actos considerados impuros o cualquier manifestación en contra del Estado.
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“El primer intento de Cine Club fue por Camilo Correa en 1951, y la película que anunciaron, de entrada, la iglesia católica a partir de un programa que se llamaba La Hora Católica, comenzó a censurarla ya que era una cinta inmoral”, añadió Osorio. Debido a esto, Correa se vio forzado a clausurar el cine club poco tiempo después.

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La clasificación de películas y el control social
En 1952, tras el cierre del cine club, se creó un cine foro el cual era organizado por el Padre Jaime Serna, sacerdote conocido como Dr. Humberto Bronx. Una de las principales iniciativas de este foro fue la creación de un sistema de clasificación de películas, las cuales eran categorizadas como buenas, peligrosas, malas y prohibidas.
En 1960, la Junta de Clasificación, implementó cambios a ese sistema, convirtiendo en algo un poco más formal. Estas modificaciones fueron las siguientes:
Categoría A: Apta para todos los públicos.
Categoría B: Para mayores de 14 años.
Categoría C: Para mayores de 18 años.
Categoría D: Para mayores de 21 años.
A partir de la década de 1970, comenzó a evidenciarse un cambio en el panorama de la censura en Colombia. Las leyes se volvieron más flexibles y la abundancia de productos inmorales terminó que se aceptaran cualquier producto, considerado arte, mientras no amenazara la seguridad nacional.
“La censura depende del poder, ´de los dientes que tenga´ y en los setentas fue disminuyendo el poder de la iglesia”, explicó Osorio. Esto permitió una mayor libertad en la creación y producción cinematográfica, así como en la llegada de películas más subidas de tono, aunque seguían restricciones presentes.
“La censura que operaba en esa época, sobre todo por parte de la iglesia y ciertas instituciones conservadoras, empezando por el Estado ya no opera, ya podríamos decir que operan otros tipos de censura”, añadió Osorio.
En los años 80, con la moda del destape -que vino desde España, Argentina, México y Estados Unidos-, las autoridades y empresarios del entretenimiento fueron despojando de vergüenzas a los actores y las tramas de sus productos, llegando a una completa libertad, por supuesto, sin violar los preceptos de la ley.
Lo que antes se consideraba inmoral o pecaminoso, hoy es normal y común, como las relaciones sexuales y los desnudos en las cintas. Escenas como la inmortalizada por Guiseppe Tornatore en su bella película Cinema Paradiso (1989), donde el padre Adelfo recortaba las cintas que se veían en el pueblo quedo en eso: recuerdos de otros tiempos.
La censura en la actualidad
Luego de esos rigurosos controles de censura y, el comité de clasificación volvió a realizar ciertas modificaciones al sistema. Según la Resolución 1021 del 3 de mayo de 2016, la categorización de las cintas quedaría de la siguiente manera:
1. Para todo público.
2. Apta para mayores de siete (7) años (clasificación de carácter informativo).
3. Apta para mayores de 12 años (clasificación de carácter informativo).
4. Apta para mayores de 15 años (clasificación de carácter restrictivo).
5. Apta para mayores de 18 años (clasificación de carácter restrictivo).
6. Películas para mayores de 18 años (de exhibición condicionada por contenido
pornográfico, X).
“La gran salida de la censura en los últimos años o décadas son los medios o espacios alternativos, por lo que la censura estrictamente ya no existe”, comentó Osorio.
Los medios alternativos y una nueva forma de censura
Grandes compañías privadas, como Cine Colombia, tienen el poder de decidir qué filmes proyectar, basándose en sus intereses económicos, éticos o políticos. Este control sobre la programación a veces genera controversia, como en el caso de películas No hubo tiempo para la tristeza, La Negociación, Especial Este, que no fueron exhibidas y que algunos interpretan como censura, aunque legalmente la empresa tiene esa libertad de proyectarlas o no.
Ante esta situación, han surgido una forma de evitar esos controles gracias a los medios alternativos, canales de difusión que, aunque no tienen la misma cobertura de grandes empresas distribuidoras y que las exhiben, brindan un espacio para una mayor libertad de expresión.
“Un buen ejemplo de eso es la serie Matarife, donde la gente la pudo ver por internet y nadie pudo hacer nada para evitarlo”, añadió Osorio.
Sin embargo, estos medios alternativos también enfrentan una nueva forma de censura: el público que boicotea sus producciones. La interpretación del contenido por parte de la audiencia y la rápida difusión de opiniones en redes sociales, con los términos como “cancelar” o “funar“, puede generar reacciones masivas, a veces por malentendidos o falta de objetividad, que afectan la percepción de la obra, por ende su imagen. Esto ocasiona que los demás espectadores decidan no visualizar el contenido.
“Es una censura no de prohibir ver sino de hablar negativamente de las cosas, calumniar directamente o peor, dar opiniones sin ningún conocimiento de causa, es una distorsión del criterio frente a cualquier película (…), es más riesgoso lo que está pasando ahora porque tratar de controlar este nuevo tipo de censura, esa opinión pública sin rostro de las redes sociales es mucho más difícil ”, comentó Osorio.
