Símbolos, fe y tradición sacros
5 de mayo, 2025
Cada año, durante la Semana Santa, los católicos reviven los momentos más significativos de la pasión, muerte y resurrección de Jesús a través de monumentos, y diferentes ritos y símbolos litúrgicos que narran una historia que se ha transmitido durante siglos y que sigue encaminando a las personas hacia la reflexión. La Semana Santa no solo es un tiempo de descanso; es un espacio para meditar, hacer introspección y ser más cercanos a Dios.

Según el medio Excélsior, la primera celebración de Semana Santa se remonta al siglo IV, en Jerusalén, donde se tomaron relatos bíblicos del Evangelio sobre la Pasión de Cristo. Con el paso del tiempo, la festividad fue adoptada por comunidades en Europa y se extendió por todo el mundo. El medio también señaló que, gracias al avance y expansión de la Iglesia de Roma, los rituales se fueron estructurando para reflejar los distintos aspectos que caracterizan la Pasión y la Resurrección de Jesucristo.
Patricia Zapata, catequista en Medellín, explicó que “la Semana Santa es un tiempo de reflexión, de cambio, de podernos acercar más al Señor, de enmendar errores y de recordar su muerte y resurrección”. Cada celebración, cada gesto y cada símbolo ayuda a evocar los acontecimientos narrados en los Evangelios y fortalece la conexión espiritual de cada creyente con Dios.
Ahora bien, el lector e integrante del grupo coral Arauna, William López, señaló que hoy en día se destacan símbolos como el Cirio Pascual, una gran vela blanca que se enciende durante la noche del Sábado Santo, en la Vigilia Pascual: “Su luz ilumina la oscuridad de la iglesia, simbolizando a Cristo resucitado, la luz del mundo que vence a las tinieblas del pecado y de la muerte”.
La ceremonia del encendido del cirio comienza con el Lucernario, donde el fuego bendecido por el sacerdote da inicio a una procesión solemne que recuerda que, así como la luz se esparce en la noche, Cristo lleva la luz de la vida a los corazones de sus fieles. Como comenta el entrevistado, “es el momento donde conmemoramos la resurrección de nuestro Señor”. El fuego, además de encender el cirio, simboliza el Espíritu Santo que anima la vida de la Iglesia.

Por otro lado, el elemento del agua simboliza el bautismo, sacramento por el cual los católicos mueren en el pecado y renacen a una nueva vida en Cristo. En la Vigilia Pascual se bendice el agua bautismal y se renueva públicamente la promesa de rechazar el mal y de seguir a Dios. Zapata afirmó que el Catecismo de la Iglesia Católica enseña que el bautismo “nos incorpora a la muerte de Cristo para resucitar con él a una vida diferente”.
Otro de los símbolos más representativos, especialmente en relación con la eucaristía celebrada el Jueves Santo durante la Misa de la Cena del Señor, es el vino y las uvas. El vino se transforma en la sangre de Cristo, según la fe católica, y hace memoria del sacrificio ofrecido en la cruz. Las uvas, como fruto de la vid, recuerdan que las personas están llamadas a permanecer unidas a Cristo. “Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre”, dice Jesús en el Evangelio de Lucas (22:20), estableciendo una alianza eterna sellada con su sacrificio. Cada vez que se celebra la Eucaristía, se renueva este misterio de amor.
Los ramos tienen un significado muy especial en la apertura de la Semana Santa. El Domingo de Ramos se conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, donde fue recibido con palmas y cánticos. Los fieles llevan ramos a bendecir como signo de honor a Cristo. “Este símbolo recuerda que la gloria humana es pasajera: el pueblo que aclama a Jesús será, días después, el que pida su crucifixión”, señaló López.

Un símbolo más es el sahumerio. El incienso, utilizado en la liturgia del Jueves y Viernes Santo, perfuma el altar, la Palabra de Dios y las imágenes. Este simboliza la purificación y la santificación de todo el pueblo reunido en oración: “…El ambón (o atrio), desde donde se proclama la Palabra de Dios, también es incensado, recordando que la Escritura es viva y santa, y que escucharla es encontrarse con Cristo mismo…”, destacó la catequista.

Los colores litúrgicos también juegan un papel importante en la Semana Santa. Durante la Cuaresma y el Triduo Pascual predomina el morado, un color de penitencia y preparación espiritual. En el Viernes Santo, en algunas celebraciones, se usa el rojo, que recuerda la sangre derramada por los mártires y por Cristo en la cruz. Y el verde, es utilizado en el tiempo ordinario, simbolizando la esperanza de la resurrección y la vida que nace en la Pascua.
La práctica de la vigilia y la abstinencia refuerza el espíritu penitencial propio de este tiempo. Tradicionalmente, la Iglesia pide a sus fieles abstenerse de comer carne los viernes de Cuaresma y hacer ayuno el Viernes Santo. Sin embargo, según el testimonio de la catequista, la vigilia va más allá: “…implica abstenerse de cualquier cosa que distraiga el encuentro con Dios, como ciertos hábitos de consumo, el uso excesivo del celular, o incluso actitudes egoístas o indiferentes hacia los demás. La vigilia es hacer una penitencia, una abstinencia de cosas que nos gustan, para acercarnos más a Dios”.
La música también es uno de los aspectos más importantes. Ciertos cantos tradicionales, como el Pregón Pascual, entonado en la noche de la Vigilia Pascual, celebra la victoria de Cristo sobre la muerte. Para William, como integrante del coro Arauna por más de 25 años, “el que canta, ora dos veces. Cantar durante estos días no es simplemente interpretar melodías, sino vivir una oración profunda que une a las personas en un mismo espíritu de fe y esperanza”.

El corazón de la Semana Santa se centra en el Triduo Pascual, tres días de celebración que van desde la tarde del Jueves Santo hasta la noche del Domingo de Resurrección. Patricia López explicó que cada día tiene un significado: “el Jueves Santo recuerda la institución de la Eucaristía y el mandamiento del amor; el Viernes Santo contempla la pasión y muerte de Cristo en la cruz; el Sábado Santo es un día de silencio y espera, que culmina con la resurrección en la madrugada del Domingo Santo”. Estos días constituyen el centro del año litúrgico.











Fotos Sofía Quintero López.