La industria textil en Medellín: legado, memoria y trasformación
La ciudad de la eterna primavera fue, por décadas, sinónimo de telares, empleo y comunidad. Donde Fabricato y Coltejer, dos de las principales empresas textiles de Colombia, dejaron una huella indeleble que va más allá de las fábricas y chimeneas.
29 de octubre de 2025
Por: Francisco Alejandro Mantilla, Jana Cano, Johan Alexander Martínez, Juan David Bedoya, Salomón Jaramillo, Harvery Muñoz
Durante gran parte del siglo XX, con miles de empleados en sus plantas, tanto en la ciudad como en sus alrededores, las fábricas de textiles fueron el alma de Medellín. Coltejer, fundada en 1907, y Fabricato, establecida en 1929, impulsaron una dinámica de prosperidad, generando empleos directos e indirectos, una red de comercios que dependían de su producción.
El impacto de ambas textileras no solo fue económico, sino que transformó la estructura social de Medellín, lo que dio lugar a una clase trabajadora que vio en las fábricas una oportunidad de estabilidad y desarrollo para sus familias. A través de generaciones, la memoria de esos trabajadores siguió viva, con historias de lucha, sacrificio y, sobre todo, un profundo sentido de pertenencia a una ciudad que, gracias a la industria textil, empezó a forjarse como el centro económico y cultural que se conoce hoy.

Según Elizabeth Echeverri Aristizábal, estudiante de diseño de vestuario, “la industria textil ha jugado un papel crucial en la Medellín actual, pues ha sido uno de los principales motores del desarrollo económico y cultural de la ciudad”. Gracias a este legado, Medellín se ha consolidado como un referente de moda, innovación y emprendimiento tanto a nivel nacional como en toda América Latina. Asimismo, la industria no solo ha generado una importante cantidad de empleos, sino que también ha fortalecido la identidad creativa de la ciudad, posicionándola como un lugar con un estilo y talento propio, lo que ha permitido la realización de grandes ferias, como Colombiamoda y Colombiatex .
Del esplendor textil al silencio de las máquinas
“Con la llegada de nuevas formas de importación y la oferta de productos a bajo costo, empresas como Coltejer y Fabricato se vieron fuertemente afectadas, ya que su competencia principal pasó a ser el precio. Por lo que, muchas personas comenzaron a preferir lo más económico por encima de la calidad y el valor de lo nacional”. Señaló Echeverri.
Por su parte, Reinaldo Spitaletta, escritor, periodista e historiador, afirma que “ambas fueron creadas en el siglo XX, donde lograron posicionarse y tuvieron su auge; sin embargo, antes de acabarse esta época murieron. Y con ellas, se apagó una parte esencial de la Medellín obrera y manufacturera“. Aquella que despertaba con el sonido de las sirenas industriales y el bullicio de miles de trabajadores que, entre hilos y telares, levantaron el progreso de una ciudad entera.
“La industrial textil fue muy buena, muy sólida; hasta que entró el contrabando a Colombia, lo que la fue debilitando y socavó la producción nacional, afectando por completo su posición en el mercado”. Asegura William De Jesús Carmona Martínez, pensionado de Fabricato hace 7 años, y quien también manifiesta que Fabricato, Coltejer, Tejicondor, “fueron las empresas que más sufrieron con el declive de la industria textil, puesto que esto, no solo significó la pérdida de empleos, sino también el colapso de una red económica que sostenía a gran parte de la ciudad”.
En ese contexto, los barrios que antes vibraban con la actividad de los trabajadores se vieron sumidos en una profunda incertidumbre. Familias que habían vivido de las maquilas y los telares, comenzaron a buscar nuevos horizontes en una Medellín que ya no tenía el mismo brillo económico.
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El legado educativo y cultural de la industria textil
De acuerdo con María Camila Gómez Guzmán, estudiante de diseño de vestuario, “la industria textil ha permitido que la educación se vea enriquecida a través de alianzas y espacios para conocer el funcionamiento de grandes empresas como Fabricato y Textiles Sutex”.
Así pues, la industria textil marcó un antes y un después en la historia educativa y social de Medellín y Colombia. Empresas emblemáticas como Coltejer y Fabricato fueron mucho más que centros de producción: se convirtieron en semilleros de conocimiento, disciplina y desarrollo técnico. Gracias a su impulso, surgieron programas de formación industrial y técnica que fortalecieron la educación local y fomentaron una cultura del trabajo basada en la excelencia y la innovación. Su huella aún se percibe en las instituciones educativas y en el espíritu emprendedor de la región, que continúa tejiendo su futuro con los mismos valores que dieron origen al esplendor textil antioqueño.
“El legado de la industria textil no solo se refleja en la economía o en la moda, sino también en la formación integral de quienes hoy estudiamos diseño y vestuario. Gracias a su influencia, comprendemos la importancia del proceso, la calidad y la historia detrás de cada tejido. Las experiencias que ofrecen estas empresas nos permiten conectar la teoría con la práctica y valorar el trabajo de las manos que construyeron la identidad textil de Medellín. Sin duda, aprender de este patrimonio nos inspira a innovar sin perder la esencia de lo que somos”. Afirmó Gómez.
La ciudad ante la adversidad: transformación y resistencia
El desplome de la industria textil no significó el fin de su influencia. Por el contrario, su legado sigue vivo en la memoria colectiva, en la arquitectura y en los nuevos espacios que hoy ocupan las antiguas fábricas. Fabricato y Coltejer, los dos gigantes que impulsaron la industrialización del Valle de Aburrá, dejaron más que telares apagados: dejaron una ciudad moldeada por su historia laboral, por las familias que vivieron de sus hilos y por una cultura de trabajo que aún define al medellinense.
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“Gracias a la industria textil, mi familia pudo salir adelante y lo sigue haciendo. Aunque mi esposo ya falleció, me dejó su pensión, que logró gracias a Coltejer. Empresa que nos dio estabilidad, hogar y oportunidades. Cada vez que paso por donde quedaba la fábrica, siento orgullo y gratitud; allí se tejió la historia de mi familia y de toda una Medellín trabajadora”, relata Luz Estella Carmona De Cortés, viuda de Guillermo León Cortés Álvarez, exjefe del departamento eléctrico de Coltejer sede Rionegro.

Foto: Francisco Alejandro Mantilla Cortés.
En Bello, el lugar donde funcionaba la planta principal de Fabricato se transformó en el Centro Comercial Parque Fabricato, un proyecto que combina comercio, vivienda y zonas verdes. Y aunque redujo significativamente su producción, mantiene operaciones enfocadas en textiles industriales y especializados, sosteniendo viva su tradición centenaria.
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Por su parte, Coltejer, cerró su planta de Itagüí en 2020 y trasladó su producción a Rionegro, donde también enfrenta una operación limitada. Sin embargo, la empresa no se disolvió: su enfoque actual se dirige al sector inmobiliario, con el desarrollo de Ciudad Coltejer, un proyecto residencial y comercial que ocupa el antiguo terreno industrial. Incluso, el legado más visible, sigue en el corazón del centro de la ciudad, con el Edificio Coltejer, inaugurado en 1972 y concebido como ícono del progreso paisa. Que a pesar de que hoy ya no alberga oficinas de la empresa textil, su estructura, con forma de aguja de coser, continúa siendo emblema de la identidad medellinense, recordando la época dorada en que la ciudad tejía su futuro con hilo y algodón.
Así, entre los nuevos proyectos, las memorias obreras y los símbolos arquitectónicos, Medellín demuestra que su historia industrial no desapareció: se transformó. De los talleres nacieron centros comerciales, de las fábricas surgieron barrios, y de la fuerza textil quedó una herencia que aún sostiene el orgullo y la identidad de toda una ciudad.