La paradoja de los programas institucionales para los habitantes de calle en Medellín

La paradoja de los programas institucionales para los habitantes de calle en Medellín

Por: Susana Betancur, Mariana Cardona y María Camila Martínez

Medellín, ciudad de contrastes, lleva años enfrentando una problemática que persiste más allá de cualquier administración: la situación de los habitantes de calle. Bajo el actual mandato de Federico Gutiérrez, se han visibilizado políticas de atención y programas de inclusión. Sin embargo, estas conviven con discursos de seguridad, control y con una creciente estigmatización mediática. ¿Qué hay realmente detrás de las cifras? ¿Se está trabajando por la dignidad o se reubica la miseria bajo una narrativa de “limpieza urbana”?

Últimamente, se ha comprobado que el número de habitantes de calle ha aumentado en porcentajes notorios para la ciudad de Medellín, ya sea porque vienen de otras ciudades o por factores que son comunes como asuntos económicos, adicciones, violencia intrafamiliar o problemas de salud mental. La realidad es que en estadísticas del Ministerio de Salud y Protección Social (MSPS) con fecha de corte en agosto de 2024, de 33.375 personas en situación de calle en Colombia, el 13,1% se encuentran en Antioquia, un total de 4.193.

Se debe aclarar que las personas en calle y personas habitantes de calle son distintas, la primera población se refiere a aquellos que desarrollan actividades de subsistencia en la calle, no obstante, no viven en ella y tienen una vivienda a la que van de forma incierta. La segunda son quienes residen en la calle de manera permanente.

Pese a esto, en marzo de este año el Alcalde Federico Gutiérrez afirmó en una rueda de prensa que: “había más de 8.000 personas en situación de calle actualmente en Medellín, y un habitante de calle en su condición de problemas de salud mental y adicciones, le cuesta mensualmente a la ciudad y a la gente $2.700.000, mientras que un niño en los jardines de Buen Comienzo no supera los $870.000 al mes o el millón de pesos”.

La estigmatización desde los medios y redes

Esto generó que se repitiera el discurso en otros medios sin contrastar con otras fuentes u organizaciones oficiales. Estas pequeñas acciones causan la generación de discursos de odio, especialmente en las redes sociales con comentarios como:

Para Beatriz Montañez, politóloga de la UPB existe un “apoyo positivo” la violencia contra los habitantes de calle, desconociendo que en algunos casos hay “círculos sistemáticos de pobreza” o están en otros contextos, especialmente, la falta de oportunidades, lo cual no les permite cambiar su situación actual y se normaliza el ataque a ellos por parte de la misma población ciudadana.

El fenómeno de la estigmatización no ocurre solo en redes informales. Según observatorios de medios en Medellín han evidenciado que noticieros y periódicos locales, al cubrir temas de seguridad o aseo urbano, tienden a mostrar imágenes de habitantes de calle como telón de fondo de la criminalidad. Esta asociación visual permanente fortalece los prejuicios. En vez de construir una narrativa que dignifique y humanice, se difunde una imagen despersonalizada, donde las personas se vuelven “parte del problema”, y lo que hacen es engrosar la discriminación hacia esta población.

Es importante conocer qué políticas resguardan a los habitantes de calle y de qué manera protegen sus derechos, como la Política Pública Social para Habitantes de Calle, 2022 – 2031:  

Comprende el conjunto de intervenciones intersectoriales para  el restablecimiento y garantía de los derechos de la población habitante de la calle en Colombia y, por ello, se centra en la dignidad humana, el reconocimiento de las capacidades de las personas, la reducción del estigma y la discriminación que existe hacia este grupo.

Esta política se formó inicialmente con un diseño y formulación en los años 2014-2017, y entre 2017-2021 se consultó, validó y se le realizaron ajustes para que finalmente en 2022 se ejecutara el trámite de adopción a la política pública.

Según Sirley Lozano, asesora de la Secretaria de Inclusión Social de la alcaldía de Medellín: “en el marco de la política hay un sistema, ese sistema funciona con diferentes estrategias. (…) La estrategia territorial se desarrolla a través de seis nodos (…) Uno es la identificación de los habitantes que están en situación de calle y poderles acercar la oferta institucional, poderles contar qué significan los centros de atención básica, los centros transitorios y qué significa la oferta especializada”.

Te invitamos a que escuches las declaraciones de la asesora:

El propósito es apoyar la integración de los habitantes de calle en sociedad y llevar a cabo acciones que garanticen en su medida para restablecer sus derechos, intervenir los sectores más afectados y el entorno que los alberga si toman la decisión de dejar de habitar la calle. Todo esto contiene protocolos y estrategias cuidadosas a seguir, pues, las principales problemáticas de esta comunidad parten del desconocimiento de sus derechos, los conflictos con el resto de los ciudadanos y la discriminación.

Sirley, manifiesta que hay tres fases por las que pasan los habitantes de calle:

  • Acompañamiento psicosocial: donde se le facilita atención prehospitalaria
  • Baño, ropa y depilado
  • Resocialización y reactivar sus vínculos familiares o amigos

También tienen espacios de formación específica y la atención terapéutica a través de las entidades de salud, ya que, como Secretaría de Inclusión Social y Familia no tienen la misión y la competencia de los temas terapéuticos.

Escucha más acerca de las fases y el acompañamiento a los habitantes de calle:

A pesar de las políticas y programas anunciados, muchas veces no se traducen en mejoras tangibles para las personas en situación de calle. Varios testimonios recogidos por organizaciones comunitarias indican que la asistencia estatal suele ser intermitente, con albergues saturados o condiciones que no respetan la autonomía de sus usuarios. Además, muchas personas rechazan los refugios no por “negligencia”, sino por experiencias previas de maltrato o por normas que les impiden permanecer con sus parejas o pertenencias. Esto evidencia la desconexión entre el diseño institucional y las realidades de quienes se busca atender.

Indeseables: “Limpieza social” y homicidio en habitantes de calle

En septiembre de 2024, dos hombres en situación de calle fueron brutalmente golpeados hasta la muerte en Medellín. El hecho, desató alertas sobre una violencia que, aunque silenciosa, es constante: “la limpieza social“. Una ciudad que presume orden no puede estar ocultando crímenes contra quienes más necesitan protección.

Conoce más de esta noticia: Dos habitantes en situación de calle fallecieron en Medellín tras una golpiza: autoridades buscan al sospechoso

Beatriz, nos refuerza que “hay que tener en cuenta que esta ha sido una región y una ciudad que al igual que toda el área metropolitana constantemente ha tenido una cultura bastante paramilitar y la suele caracterizar por tener un orden social específico”, y menciona además, que la ciudad realmente no está regida por la institucionalidad sino más bien por el crimen organizado.

La segunda alcaldía de Federico Gutiérrez ha estado marcada por un discurso fuerte de “seguridad y recuperación del espacio público”, pero varias organizaciones sociales y defensores de derechos humanos han denunciado un aumento en agresiones contra habitantes de calle, muchas sin esclarecer.

Además, la alcaldía junto al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) fue multada por el Tribunal Administrativo de Antioquia, por incumplir un fallo publicado desde 2022 para el asentamiento de habitantes de calle residentes en la carrera Cúcuta, después de que en 2018 agentes de la Policía junto a funcionarios del Municipio realizaron un megaoperativo en la Avenida de Greiff capturando a un jefe de un grupo criminal, razón por la cual desalojaron a más de 500 personas en situación de calle. A pesar de que se le preguntó a la asesora de Secretaria de Inclusión Social al respecto, no dio declaraciones.

Para ampliar más sobre esta noticia: Tribunal multa a la Alcaldía de Medellín y al ICBF por desacato a fallo sobre habitantes de calle en zona del Centro

Homicidios que no son excepción

El medio Análisis Urbano publicó una nota en la que informaban que en la Comuna 13, un habitante de calle fue asesinado, en lo que algunos vecinos describieron como una ejecución. En otras zonas de Medellín, se han registrado golpizas mortales y desapariciones de personas sin techo, como reportan también El Colombiano y Teleantioquia. Aunque las autoridades evitan hablar de patrones, los hechos se repiten con similitud: cuerpos abandonados, amenazas anónimas, volantes con advertencias.

Profundiza más de esta noticia en: Habitante de calle asesinado con arma de fuego en comuna 13 de Medellín

La administración distrital insiste en que se está trabajando por “la seguridad de todos”, pero evita referirse al fenómeno como “limpieza social“. Esta reticencia ha sido interpretada por líderes sociales como un acto de negación o encubrimiento. Argumentan la ausencia de investigaciones rigurosas y la persistencia de un clima de miedo que impide a las comunidades denunciar. Lo que ocurre en los barrios no parece producto del azar, sino una secuencia que responde a una lógica: las víctimas pertenecen al mismo grupo social, los métodos se repiten, y solo queda el silencio institucional.

“La limpieza social” no es solo un crimen, es una forma de negar la humanidad. 

En Medellín, hay antecedentes históricos de violencia selectiva contra los más vulnerables. La estigmatización de quienes habitan la calle —vistos como peligrosos, sucios o indeseables— ha permitido que su exclusión se transforme en exterminio. La sociedad los ha convertido en desechables, y su desaparición se normaliza, reforzando la idea de que hay vidas descartables.

“A nadie le importa”, es una frase que se repite en los barrios donde ocurren estos crímenes. Esa apatía social e institucional se ha vuelto la norma: una Medellín que limpia sus parques, pero no sus conciencias.

Se debe decidir ser una ciudad que protege la dignidad de todos sus habitantes, o una que permite que el silencio, el miedo y la indiferencia sean los cómplices de las malas condiciones de vida y desapariciones de los más vulnerables; perdiendo así, la esperanza de una sociedad verdaderamente humana.

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